La referencia al hogar como sustituto viable de la sala expositiva al uso se está convirtiendo últimamente en un reclamo de lo más atractivo con el que conseguir un objetivo crucial en toda muestra: enganchar al visitante. Desde el nacimiento del museo decimonónico como simple almacén catalogado de obras, hasta el apogeo de las asépticas White Cube en el siglo XX, el espacio expositivo se había visto relegado a un modesto segundo plano o incluso a la total invisibilidad. No digamos en el contexto del mercado -principalmente el secundario-, donde el valor monetario de la obra de arte se convierte en el eje vertebrador, tendiendo quizás erróneamente a concebir el lugar donde se exhiben las piezas de la manera más neutra posible. Es por esto que, en una semana en la que el recinto ferial de ARCOmadrid lo ensombrece todo y otras ferias más jóvenes pugnan por recoger sus migajas, Casa Leibniz resurge tras el maravilloso éxito de su primera edición como un reducto para la contemplación y el diálogo del espectador con el arte contemporáneo de nuestro país.
Aprovechando la «idiosincrasia y vericuetos del Palacio de Santa Bárbara» en palabras de Jacobo Fitz-James Stuart, director del proyecto junto con Asela Pérez Becerril, Casa Leibniz lucha -y triunfa- por convertirse durante unos días en un espacio habitable donde disfrutar, comprender y conversar con el arte joven de nuestra nación. Un hogar que abre sus puertas a veintitrés artistas cuidadosamente seleccionados por un equipo de coordinación encabezado por la galería madrileña Espacio Valverde, de entre los cuales, ocho parten sin representación galerística pero «cuentan con el sponsor del propio proyecto» según comenta Sara G. Arjona, coordinadora artística. De esta forma, el Palacio se convierte otro año más en un emplazamiento de visita obligada, gracias a su carácter propio e inconfundible que va más allá de las meras jerarquías impuestas por el mercado.
*Vistas generales de Casa Leibniz con obras de Jacobo Castellano, Iñaki Domingo y Miguel Laino
Pero entonces… ¿es Casa Leibniz un lugar donde poder ir a comprar arte? Por supuesto que sí, aunque no de forma directa. La idea estriba en ahondar en la obra de unos artistas que por sus edades entrarían dentro de la a veces dañina etiqueta de “emergentes”, y situarlos en un contexto mucho más atractivo que el de un neutro stand de feria. De hecho, la personalidad del palacio situado en el número 87 de la calle Hortaleza no hace otra cosa que potenciar la poética de las piezas que alberga -realizadas en su mayoría ex profeso para la ocasión-, sin especulaciones ni boato, con el mero interés de atrapar al posible comprador a través de los sentidos.
En este escenario y aumentando considerablemente en número, seis son los andaluces que este año cogen el testigo de Ana Barriga y Manuel Antonio Domínguez, quienes no defraudaron en la pasada edición. Alejandro Botubol (Cádiz, 1979), Jacobo Castellano (Jaén, 1976), Miguel Laino (Almonte, Huelva, 1980), Gloria Martín Montaño (Alcalá de Guadaíra, Sevilla, 1980), Mercedes Pimiento (Sevilla, 1990) y Pepa Prieto (Granada, 1973) son los artistas participantes nacidos al sur de España, acompañados por la galería marbellí Yusto/Giner, que también debuta en la semana grande de la capital acompañando al almonteño Laino.
Lo primero que encontramos al traspasar las monumentales puertas del Palacio son las piezas de la granadina Pepa Prieto, quien nos recibe en el hall de entrada mediante dos lienzos enfrentados y representativos de la evolución que su pintura está sufriendo en los últimos tiempos, con una tendencia cada vez mayor hacia composiciones limpias y sintéticas donde el color se convierte en protagonista. Dos lienzos que hablan de la memoria, del recuerdo de un paisaje a través de los ojos de alguien que lleva años fuera de su país de origen. ‘The idea of the South’ (2016) es un choque entre la ilusión por marchar a otro lugar y el anhelo de volver a casa, una confrontación pictórica y a la vez existencial protagonizada por una artista que a día de hoy y tras casi una década continúa sintiéndose una inmigrante en los Estados Unidos.
*Foto izq: obra de Mercedes Pimiento. Foto dcha: obra de Alejandro Botubol. Fotos de Lucía Corrales
De anhelo y memoria habla también la obra escultórica de Jacobo Castellano, quien trabaja con objetos encontrados en cualquier lugar partiendo de un interés personal por sus cualidades físicas y por la relación que estos puedan tener con su pasado. Además, el azar también juega un papel importante en esta oscilante estructura de hierro y madera que cuelga del techo en una de las habitaciones superiores, pues, como si de un deja vù se tratase el artista reconoce la huella de su producción en una pieza encontrada de manera casual en uno de sus paseos por la ciudad.
Compartiendo espacio con él, encontramos las intervenciones de Miguel Laino y Gloria Martín Montaño, ambos dedicados a la pintura pero con técnicas y estilos muy diferentes. En las obras del almonteño, la figura humana es la gran protagonista, aunque siempre en composiciones extrañas que recrean situaciones de un marcado carácter enigmático y donde los elementos conviven unos con otros pero sin una interacción evidente. Al contrario de lo que pudiera parecer, el artista no pretende plasmar un significado conceptual en sus lienzos, si no que son simplemente el resultado de su libre interpretación del entorno que le rodea. ‘Seeker’ (2015), compuesta por tres obras de gran formato, no ha sido concebida de manera específica para este lugar lo que ha obligado a prescindir de una de ellas durante el montaje. Lástima que haya sido la más potente de todas.
Por el contrario, en el lado opuesto de la sala encontramos uno de los despliegues más excepcionales del Palacio, gracias a la exquisita delicadeza que la sevillana Gloria Martín refleja en sus pinturas. Su manera personal de concebir el espacio y el primor que pone en cada detalle, se unen a una gran capacidad técnica para dar lugar a piezas cargadas de poética y sensibilidad. El proyecto ‘Réplica’ (2015), en el que viene trabajando desde su reciente estancia en la capital de Bélgica, habla de la tradición pictórica de dos ciudades que le son conocidas (Sevilla y Bruselas), y supone un antes y un después en una producción artística de lo más prometedora.
*Foto izq: obras de Gloria Martín Montaño (foto de Lucía Corrales). Foto dcha: obra de Jorge Perianes
Alguien que también tiene todavía mucho que decir es la jovencísima Mercedes Pimiento, quien debutaba recientemente en la galería Javier Silva de Valladolid con su muestra ‘Useless Landscapes’ (2015). Bajo el título ‘Inane’ (2016) presenta un proyecto elaborado ex profeso para Casa Leibniz, donde parte de la realización de dibujos y la recopilación de imágenes fotográficas derivadas de su merodeo por los exteriores urbanos, para materializar su sutil ideario artístico. Pimiento, con una marcada inclinación hacia la creación escultórica, reutiliza elementos de desecho encontrados -escombros, hormigón, madera- o se sirve de un material tan vacuo como una pastilla de jabón para recrear a pequeña escala delicados “monumentos” del siglo XXI. Una paradoja en la que aquello que parece ser sólido y resistente alabastro se descubre frágil y maleable como la cera, gracias a la acción casi mágica de la luz del sol que entra por uno de los ventanales abiertos del Palacio.
Por último, para quienes conocen la producción eminentemente pictórica de Alejandro Botubol, podría resultar desconcertante adentrarse en la sala que alberga su pieza ‘La luz vence tinieblas’ (2016). Sin embargo, ese desconcierto inicial se convierte en grata sorpresa al comprender que esta teatral instalación sacada de su espacio de trabajo, es un viaje hacia el lugar donde nace el color a través de la luz. Un estudio previo que hace referencia al propio proceso artístico del gaditano, que habla de forma, tiempo y color, pero sobre todo, y fundamentalmente, habla de pintura.
De esta forma, Casa Leibniz vuelve a convertirse en un punto de referencia desde el que conocer -entre molduras y contraventanas- la obra de jóvenes artistas nacionales con carreras a las que se les advierte un interesante futuro. Además de los ya nombrados, conviene destacar a Iñaki Domingo, Julio Falagán, Blanca Gracia o un seductor Jorge Perianes, que viene desde tierras gallegas pisando fuerte.
*De izquierda a derecha: obra de Jacobo Castellano (foto de Lucía Corrales), Pepa Prieto y Miguel Laino
*Imagen de cabecera: Vista general de Casa Leibniz (foto de Lucía Corrales)