Hay ciudades en las que por novatos o por simple descontextualización, la dirección y la orientación espacial toman gran importancia. La sensación de estar en una inmensa cuadrícula -como ocurre en Manhattan- hace que casi como brújulas andantes, se busque el norte, sur, este y oeste. Es un ecosistema en el que primero la vida determinó la arquitectura, y ahora la arquitectura marca el acontecer diario. Algo parecido podría observarse de la trayectoria de Juan Suárez (El Puerto de Santa María, Cádiz, 1946), formado tanto en Bellas Artes como en Arquitectura. `N.S.E.O. Todo reside en eso´ es la tercera exposición individual del artista en la Galería Rafael Ortiz y se trata del colofón de la exposición `N.S.E.O.´ que alberga desde noviembre R.O. Proyectos, el espacio que la misma galería tiene en Madrid.

 

La planimetría es un elemento consustancial a la arquitectura, pero también a las ciudades. Es, de hecho, el germen necesario para construir el hábitat donde se reside -término que figura en el título de la muestra- y la arquitectura que se habita. No en vano, en muchas ocasiones la orientación de las viviendas marca las preferencias en cuanto a luz natural o las condiciones de viento o humedad. Parece como si Juan Suárez apelase al urbanismo para analizar visualmente la ciudad actual y algo de lo azaroso de la vida urbana. Incluso desglosa su obra `Magic City´ (2014) en dos partes: la imponente instalación metálica de la planta baja, y su plasmación a modo de planos, en lápiz sobre papel, en la superior. Allí mismo y siguiendo con la heterogeneidad técnica y matérica de la exposición, traslada esos entramados planimétricos a incisiones en cartón, en `Bajorrelieve´ (2014). En esa planta alta, como contribución enriquecedora, aparece la pieza de José Miguel Pereñíguez `S.N.O.E.´ (2014), que evocando ciertas obras propias, da una vuelta de tuerca a la incidencia de los puntos cardinales y el azar en el quehacer de Suárez.

 

Desde esos preceptos, traspone el foco al elemento final del deambular urbano, la casa. Para ello, vuelve a hacer uso del cartón en `La casa de enfrente´ (2014), que, aunque disimulada tras la vitrina, juega con la geometría resultante de las obras anteriores, a modo de “recortable positivado superpuesto” del plano en bajorrelieve. Es como si al mirar por una ventana, la amplitud de las posibilidades espaciales de los puntos cardinales viniera a reducirse al lugar que se habita.

 

Al mismo nivel, se lleva esta disquisición al plano de la pintura, la cual copa la sala restante de la planta baja. Lo hace mediante grandes formatos, en los que la restricción cromática a grises, blancos y terrosos es patente. Ello se debe a que, en lo que parece ser otra alusión a la vida urbana, Suárez utiliza un papel metalizado, de color cobre o plata, y unas pinturas visiblemente industriales. La misma intención podrían llevar las huellas de adhesivos o los restos de pintura dejados a la vista; una forma de mostrar el proceso pictórico como recuerdo de la construcción de las obras.  

 

Este estudio particularmente geométrico de la memoria urbana, representa un nuevo estadio en la pintura de Juan Suárez. Es de reseñar que autores de una trayectoria tan dilatada y de una producción tan característica y personal, reflejen la influencia de ciertos elementos novedosos en su trabajo. Y es que la ciudad contemporánea tiene algo de desorientativa, de desasosegante, de incómoda, pero al mismo tiempo resulta tremendamente atractiva y seduce recorrerla, e incluso, residir en ella.