CARMEN LAFFÓN > El paisaje y el lugar
Comisario > Juan Bosco Díaz-Urmeneta
Palacio de Carlos V, Fundación Rodríguez- Acosta y Palacio de la Madraza - Granada
Hasta el 4 de junio de 2015
La obra de Carmen Laffón (Sevilla, 1934) en Granada se ve de otro modo, o mejor dicho, se vive diferente. `El paisaje y el lugar´, que primero estuvo en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Sevilla), viaja ahora a Granada enfrentándose a una serie de espacios diferentes que nos descubren nuevos significados e ideas. No es de extrañar que casi el centenar de obras que componen la exhibición hayan sido situadas en tres sedes de gran simbología y carga histórica: el Palacio de Carlos V, la Fundación Rodríguez-Acosta y el Palacio de la Madraza. Este circuito implica caminar por las calles más antiguas de Granada, un paseo al que somos invitados por la artista y el comisario, Juan Bosco Díaz-Urmeneta, quien ha capeado con destreza la complicada muestra.
El recorrido del visitante debiera iniciarse mucho antes de llegar al primer espacio expositivo, concretamente en la Cuesta de Gomérez. Subiendo esta mítica ascensión de la ciudad granadina, podremos contemplar la vegetación rampante que rodea el perímetro de la Alhambra, así como sentir el frescor de las aguas que descienden por las acequias y mueren en la Puerta de las Granadas. Esta experiencia estético-sensorial será completa cuando en la planta superior del Palacio de Carlos V, nos enfrentemos a los dibujos de los ‘Jardines del Generalife’ (2006). Solo entonces, podremos entender el vínculo espiritual que Carmen Laffón establece con el entorno, y desde el que dibuja; la vivencia sensible de quien estuvo allí durante largo tiempo y generó, inevitablemente, un nexo emocional con la naturaleza. Esta relación es más evidente si cabe en ‘Los Cotos’ (2005-14), ‘Las Orillas’ (2008-14), ‘Los Cielos’ (2009-11) o ‘Las Bajamar’ (2008-14), paisajes que la artista conoce muy bien y que nos trasladan a la ribera del río Guadalquivir. La libertad formal que Laffón ha alcanzado en estas obras es formidable. Carmen desborda los límites del lienzo expandiéndolos más allá del mismo, envolviendo al espectador e incorporando la investigación del espacio-color mediante bandas paralelas de diversas tonalidades, aspectos también presentes en la obra del artista abstracto Mark Rothko. Sin embargo, las obras de la andaluza no presentan ese sentimiento profundamente trágico y trascendental de Rothko, más bien una complicidad y cercanía sentimental con la campiña mediterránea. Continúa el discurso en la Capilla del mismo palacio, donde muestra nuevamente un hondo dominio y comprensión de su contexto cotidiano, concretamente del de los pueblos andaluces de paredes enjalbegadas y cubos de cal.
Son pocos los pasos que separan el conjunto monumental de la Alhambra del Callejón Niño del Royo, donde se sitúa la Fundación Rodríguez-Acosta. Este carmen, que ostenta una de las mejores vistas de Granada, acoge el conjunto de esculturas que la artista viene realizando desde 2011. Podríamos hablar de ensamblajes, pues en estas obras los materiales artísticos (hierro, aluminio, bronce,...) se mezclan con objetos ajenos al arte, hallados y elegidos por la autora. Caballetes de trabajo, cubas de almacenamiento y bancos con diversos útiles protagonizan este homenaje al taller del artista o artesano. Algunas de estas obras surgieron tras las continuas visitas de Carmen a la herrería, quien asimiló toda esa estética sobria e industrial para posteriormente plasmarla en estas piezas. Cabría destacar el fructífero diálogo entre las mismas y los colores pardos de las paredes del carmen, el verde de los pinos y por supuesto, las desiguales tonalidades de la urbe al fondo.
Callejeando por cuestas blancas y estrechas abandonamos la tranquilidad de los barrios árabes para adentrarnos en el bullicio de la ciudad. En uno de los costados de esa “gran columna vertebral” que es la Gran Vía, encontramos el Palacio de la Madraza, antiguo centro de estudios universitarios. Este último espacio acoge todas las obras de la serie ‘La Viña’. Cepas, sarmientos y espuertas nos trasladan nuevamente al Sur, a los extensos viñedos de la cuenca del mediterráneo y a una simbología vinculada con la acogida y el albergue. Destacan las ‘Vistas de la Viña’ (2006-7), cuatro grandes dibujos en los que figuración y abstracción se entremezclan mostrando el desorden y la fuerza de la naturaleza, así como la instalación ‘Espuertas cargadas de uvas’ (2006) donde intervienen valores visuales y táctiles que la convierten en una obra apetecible, que llama a ser explorada por el espectador.
Década tras década, el trabajo de Carmen Laffón viene materializándose como una de las figuraciones más sensibles y poéticas del ámbito nacional. Su obra se cimenta en la realidad, una realidad que la artista estudia con detenimiento y sin prisa. Haber transitado algunos de los puntos más emblemáticos de la ciudad tras el rastro de su obra nos ha permitido aproximarnos ligeramente a su experiencia de la contemplación pausada. Esta “peregrinación” consigue transformar en algo nuevo aquella primera exposición celebrada en Sevilla, vivirla diferente.