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MORENO CARRETERO, DISFRUTAR DESDE LA CARRETERA
por Alicia Real Publicado el 30 de Noviembre de 2015

M.A. MORENO CARRETERO > Paisajes Indeterminados

La Madraza - Granada
Hasta el 22 de enero de 2016



Unas veces muy dentro y otras en la superficie, todos tenemos un niño que no siempre dejamos ver, pero este no es el caso de Miguel Ángel Moreno Carretero (El Carpio, Córdoba, 1980) quien con sólo entrar en la exposición que se muestra estos días en La Madraza (Granada), `Paisajes Indeterminados´, nos enseña sin tapujos que su forma de entender la creación tiene mucho que ver con jugar con el entorno. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, desempeña un trabajo multidisciplinar donde aúna su labor como gestor cultural y artista visual. Esta muestra, que ya pudo verse en la Sala de Exposiciones de la Diputación de Huesca, hace un recorrido por su obra a lo largo de los últimos diez años, recopilando de una manera muy particular material fotográfico, videográfico, escultura e instalaciones, donde la relación con el espacio natural es primordial y la figura del hombre como agente de cambio no puede pasar desapercibida.

No conocemos una naturaleza virgen, pues desde tiempos inmemoriales la mano del  ser humano ha estado ahí para alterar y moldear el entorno en pos de su propio beneficio. Moreno Carretero nos muestra estos cambios paisajísticos desde un punto de vista empírico, donde la observación es su herramienta más importante. Desde pequeño, el camión de su padre fue su casa en los periodos estivales y las carreteras su máximo divertimento. Los kilómetros rodados iban dejando infinidad de escenas grabadas en sus retinas. Recuerdos y experiencias que un día materializaría para deleitar al espectador con un tipo de obra que nos hace retroceder en el tiempo y vernos a nosotros mismos en un viaje que alguna vez hicimos, viendo algo que alguna vez quedó grabado en nuestra memoria para siempre.

Vinculando el primer espacio de la exposición al hogar, al habitáculo, al living... estas obras nos incitan a reflexionar sobre la conexión visual y espacial que se establece entre construcción y paisaje, el refugio ante la inmensidad, el calor frente a la intemperie, pero también nos lleva a la reflexión sobre los modelos impuestos por una sociedad donde lo que adquiere valor es la casa como objeto material, pero no la vida que sucede dentro y fuera de ella. Esto es lo que trabaja Moreno Carretero mediante su obra audiovisual, material y fotográfica: `Juego y frontera. Poner puertas al campo´. La colocación de objetos que normalmente el individuo asocia al interior en un exterior, produce un impacto visual que desconcierta por no tratarse de la asociación concepto-contexto que acostumbramos a ver, como el símil que nos muestra de unas fronteras que se cruzan con tan solo saltar un potro de gimnasio o viajando en el tren que hay en su interior.

La segunda sala de la exposición está dedicada a esa parte tan personal y arraigada del artista; un proyecto de investigación que le ha hecho volver a dedicar horas y horas al volante, a los caminos y carreteras de la geografía española, pues ésta era quien tenía la clave para su obra: la búsqueda de aquellas pseudo-esculturas monumentales, su inmortalización mediante la fotografía y posterior recreación en miniatura. Con este ejercicio de hacer en micro lo que vio en macro, el artista ha pretendido mostrar las dos visiones que corrían en paralelo en su expedición: la primera nos enseña cómo se ha ido introduciendo el factor publicitario que capta la mirada y atención del espectador logrando así su objetivo comercial, como sucede con el Strip de Las Vegas o con la obra de Claes Oldenburg, quien añade tamaño y color a la obra cambiando así su función meramente conmemorativa. Y la segunda es la del propio placer visual del artista, quien ha disfrutado de cada paisaje encontrado como si fuera único e irrepetible, un discurso ampliado con los propios sentimientos donde nos enseña cómo afectan para siempre las primeras cosas que nos suceden.

La exposición de Moreno Carretero se convierte así en un una muestra llena de curiosidades y color que despliegan un abanico de posibilidades entre lo que el artista desea transmitir y el espectador quiere percibir, siendo él quien decide qué mecanismo psicológico adoptar; ser adulto, niño, dejarse llevar. Porque es inevitable no detenerse delante de una obra y pensar en Miguel Ángel niño mirando por la ventanilla, deteniéndose en cada arcén, en cada recoveco de camino que se lo permita, para bajar del coche y sentirse un poco Alicia en el País de las Maravillas, concediéndose el capricho de dar un sorbito a ese frasco del que cuelga la etiqueta “drink me”, y tener la certeza de que cuando eso estaba sucediendo, el artista estaba conjugando el verbo disfrutar.

PRESENTE CONTINUO - Sevilla (España) - 2015 - ISSN 2444-5231
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