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NAZARIO LUQUE: “LA VIDA NO VALE NADA SI NO SE VIVE ALEGREMENTE”
por Carlos G. de Castro Publicado el 29 de Marzo de 2016

Maestro Nacional, aprendiz de guitarrista flamenco, dibujante, acualerista, voyeur y sobre todo persona, Nazario Luque (Castilleja del Campo, Sevilla, 1944), es una de las figuras más representativas de la Barcelona Canalla de la Transición. Icono de la libertad sexual, en sus cómics supo reflejar los anhelos de toda una generación de marginados y parias que a la represión oponían hedonismo. En las siguientes líneas charlamos con él sobre su obra y el sentido de la vida. 

Carlos García de Castro. Antes de comenzar con la conversación quería comentarte que hacer esta entrevista me ha supuesto todo un reto. De una parte remontarme a una época en la que no había nacido y que conozco sólo de oídas me da algo de vértigo, por otra parte, hay tanto de que hablar que uno no sabe por dónde empezar. Así que para ambientarme un poco he decidido poner algo de los Smash y dejarme llevar. Empecemos entonces por el principio. ¿Cómo vivías la Sevilla de los años setenta?

Nazario Luque. Todo comenzó a principios de los sesenta cuando, siendo maestro Nacional, me destinaron a dar clases en Morón de la Frontera, un pueblo grande, alejado de Sevilla, totalmente desconocido para mí. Allí me encontré con el que sería mi gran amigo intelectual durante muchos años. Su cultura y la mía eran muy parecidas, sin constituir ningún obstáculo el haberse criado, él en Madrid, y yo en un pequeño pueblo de Sevilla y yo ser homosexual y él heterosexual. Los dos no tardamos en descubrir el inmenso tesoro que guardaba aquel pueblo: ser uno de los principales focos del arte gitano flamenco. Diego del Gastor fue el mejor guitarrista gitano de la época y, a su alrededor, giraba todo un mundo artístico de cantaores y bailaores tanto de Morón, como de otros centros como Utrera, Lebrija o Alcalá de Guadaira. Allí tuve la suerte de asistir a algunas de las últimas grandes fiestas flamencas en las que se reunían lo mejor del mundo flamenco que nosotros llamábamos “puro”.

El eco de aquel mundo de artistas había llegado hasta Estados Unidos como consecuencia de un americano instalado en la base aérea de Morón. Se aficionó al flamenco, se casó con una bailaora y escribió un par de libros que hicieron que, primero un grupo de beatniks se instalaran a vivir en los alrededores del pueblo y, posteriormente, un variopinto grupo de californianos jipis (ellos renegaban de dicha palabra), que pululaban alrededor de Diego estudiando la guitarra o el baile flamenco. Así pues mi amigo y yo comenzamos también a estudiar la guitarra flamenca y nos integramos en aquel grupo ajeno al resto del pueblo. Los americanos nos dieron a conocer su cultura jipi y así, además de darnos a conocer el ácido, nos darían a oír por primera vez, no solo a Janis Joplin, Cream o Jimi Hendrix, sino a Oum Kalsoum o Ravi Shankar. Más tarde, viviendo en Sevilla, vería primero, de lejos, a los melenudos jipis autóctonos vegetando en la escalinata del Archivo de Indias o en el parque de María Luisa. Llegué a asistir a algunos conciertos y a conocer a algunos de los componentes del grupo Smash o, más tarde, del grupo Imán. Pero yo vivía inmerso en mi guitarra, en asistir a las fiestas que se continuaban celebrando en Morón o en los diversos festivales flamencos, en unos estudios en la facultad de Filosofía y Letras y en el mundo semiclandestino de la homosexualidad (yo en aquel tiempo, hasta la repentina aparición de un novio noruego, me mantenía cómodamente instalado en mi armario). El mítico programa de Joaquín Salvador ‘Nata y Fresa’ era muy famoso pero yo no escuchaba la radio. Yo nunca fui jipi y siempre me consideré una especie de pequeñoburgués de la época, homosexual e intelectual de izquierdas.


* Imágenes del fanzine ´La Piraña Divina´ (1975)

C.G.C. Para alguien de mi generación, imaginar aquella España cerrada sobre sí misma a la que llegaba el mundo exterior con cuentagotas, a través de maletas de turistas o discos de las bases americanas, se hace difícil. No obstante, las últimas noticias sobre cultura: detención de unos titiriteros, juicio inquisitorial a Rita Maestre por enseñar su torso en la capilla de la Complutense u otros juicios como el que quieren liar a César Strawberry de Def con Dos por unos tuits, dan una imagen de lo casposo que puede resultar este país. ¿Crees que hoy volvería a tener problemas tu Piraña Divina?

N.L. El integrismo religioso no tiene épocas, ni religión determinada, ni denominaciones de origen ni, por supuesto, fecha de caducidad. Su frágil sensibilidad siempre se va a sentir herida y atacada por cualquiera que, no solo no guarde las apariencias, sino que muestre descaradamente lo que piensa. Un cura puede abusar siempre que quiera de cualquier menor, mientras nadie se entere y el hecho no trascienda. Ese cura dice misa tranquilamente asistido por el monaguillo al que corrompe. Ese cura reaccionará airadamente ante una chica que muestre ante él su pecho desnudo en medio de la iglesia. La mayoría de feligreses, muchos de ellos conocedores de las intimidades del cura con el menor, se lanzarán sobre la chica apoyados por las fuerzas del orden público si es necesario. La “sacrílega”, será juzgada y condenada. Esa doblez moral, esa hipocresía, son algunas de las grandes e imperecederas características de las Iglesias, las derechas y las fuerzas represoras que las protegen.

Hoy la censura la tienes patente ante la pantalla de tu ordenador. Hace unos años yo tenía alojados, en Slide Share, casi todos mis cómics que había adaptado pacientemente para poderse ver, viñeta a viñeta, en la pantalla. El año pasado me comunicaron (curiosamente, tras recibir una felicitación por la gran cantidad de visitas que tenían mis páginas), que habían recibido una denuncia y me suprimían, indiscriminadamente, los 17 títulos que tenía alojados. Se rompieron todos los enlaces con mi web y la Wikipedia. He tenido que crear un blog: ‘Nazario Canalla’, para realojar todas las obras y volver a enlazarlas. ¡Eso por no hablarte de los problemas que he tenido o que cualquiera puede tener subiendo determinadas imágenes a las páginas de Facebook!

C.G.C. A partir de tu llegada a Barcelona en 1972 empiezas a relacionarte con el ambiente que podríamos llamar underground, son los tiempos de la comuna en la calle Comercio, el primer contacto con gente como Mariscal u Ocaña… ¿Podemos decir que fue ese ambiente el que te hizo dibujante?

N.L. El movimiento underground comenzó conmigo, con el grupo ‘El Rrollo’, con la comuna en la que decidimos vivir todos para crear nuestros tebeos y con la publicación de estos. Yo era el mayor del grupo y el que llevaba más tiempo dibujando historietas que se podrían clasificar como underground, ácidas y transgresoras, que tenía que editar en París porque con la censura que existía en aquellos años, era imposible editarlas aquí. En Sevilla había conocido casualmente la revista americana ‘MAD’, de culto para todos los jóvenes americanos de la Base, e, influido por algunos de sus dibujantes, y sobre todo por la temática que usaban y los personajes que retrataban: jipis, colgados, fumetas… Me decidí a dibujar en un estilo parecido, pero inmediatamente, mi cultura y mi educación religiosa hicieron que los temas que a mí me interesaban fueran otros muy distintos. Así aparecieron mujeres reprimidas por la sociedad patriarcal imperante, homosexuales reprimidos y víctimas de la culpa y un sexo libre que siempre pretendí exaltar.


* Recopilatorio fotográfico de Nazario. 

C.G.C. En 1980 aparece la revista ‘El Víbora’. Mirando ahora con perspectiva. ¿Qué valoración haces de lo que aportó a aquella España en transformación?

N.L. Tanto José Mª Berenguer, el editor de la revista, como yo éramos conscientes de que la inclusión del personaje Anarcoma como figura principal de la publicación, rodeada de historietas de temática enteramente heterosexual, sería un revulsivo ante la opinión de un público que aún no había terminado de digerir el cambio radical que se había producido tras la desaparición de la Dictadura. Muchos homosexuales me agradecen hoy que editara estas aventuras, que retrataban la homosexualidad en plena libertad, sin complejos de culpa y disimulos, con las que se sintieron identificados y que les sirvieron para sentirse más fuertes y reivindicativos.

C.G.C. ¿Piensas que se dan las condiciones para que una revista de similares características tenga hoy día éxito?

N.L. Ni la situación política, ni la social son las mismas, por lo que no tendría ningún sentido repetir unos esquemas ya caducos, sobrepasados. Hoy una nueva revista tendría que ser política, con cómics y artículos de opinión, pero que tratara temas y problemáticas actuales, pero tomadas de primera mano y no desde la lejanía. Habría que implicarse en las vivencias, acercarse a ellas o integrarse en ellas para poder retratar y denunciar, no desde fuera, sino desde dentro. Los problemas con la vivienda, la miseria en las calles, las personas pidiendo, hurgando en las papeleras buscando comida, rastreando las puertas de los bares y las salidas de los metros para encontrar colillas, intentar ganarse la vida trabajando en la calle con un ojo puesto en el cogote para evitar que la policía te sorprenda, la represión policial, la falta de apoyos institucionales, el valor y la entrega de miles de voluntarios que intentan paliar las deficiencias de dichas instituciones, la enseñanza y el apoyo a los inmigrantes ayudándoles a integrarse.

C.G.C. Viendo obras como ‘El Rrollo Enmascarado’, ‘Anarcoma’, ‘San Reprimonio’, ‘Purita bragas de jierro’, etc. además del marcado carácter sexual aparece una cuidada crónica de los modos de vida de la gente de entonces. ¿Te ves a ti mismo cómo un cronista de tu época. 

N.L. Hoy sí me consideraría cronista de todo lo que ocurre en la Plaza Real en la que vivo. Con mis fotos, mis montajes, mis vídeos y mis escritos, continúo una labor que comencé en 1995 con mi libro ‘Plaza Real Safari’. En aquella época yo no me planteaba hacer crónica de nada, y mucho menos de esos bajos fondos de los que hablan, ni de la Barcelona canalla. Yo y mis amigos éramos los bajos fondos y todos (o casi todos), éramos la Barcelona canalla.

C.G.C. ¿’Take no prisoners’ es un buen disco?

N.L. Estoy cansado de repetir la historia del pirateo de mi dibujo para servir de portada para este disco. A mí me gustaba mucho La Velvet Underground y algunas canciones de Lou Reed, pero este disco ya no respondía a la evolución de mis gustos musicales. Tras mi admiración por David Bowie comencé a interesarme por el rock progresivo que más adelante me llevaría a Terry Riley o La Monte Young o Philip Glass. Un día un vecino amigo mío se desharía de su inmensa colección de vinilos de música clásica y ópera, harto de música enlatada, y yo comencé la difícil andadura de Monteverdi a Alban Berg siendo hoy en día, Wagner y Richard Strauss mis músicos favoritos. Sin dejar de escuchar flamenco clásico y los grandes músicos indios y pakistanís.

C.G.C. Hace poco descubrí tu canal de Youtube, en él vemos que aún te sigue gustando mirar por la ventana y retratar la calle. ¿Eres un voyeur?

N.L. Siempre he sido un voyeur compulsivo, un cazador de imágenes que mira a través de una ventana o del agujero de una cámara. Me fascinan los revoloteos enloquecidos del mosquitero que visita mi ventana o los pequeños murciélagos que aparecen al atardecer. Me emociono cuando veo alguna garza, muy de tarde en tarde, atravesar rápidamente el cielo de la plaza. Hace poco me sorprendió tanto descubrir el rarísimo vuelo de una cigüeña, que tiré el teléfono por el que estaba hablando con una amiga, para coger la cámara y retratarla antes de que la imagen se desvaneciera en la lejanía. Pero me gusta descubrir y estudiar todos aquellos personajes que se mueve por la Plaza, sorprenderlos y fijarlos. El año pasado descubrí cómo un clochard francés enseñaba a su perro a seguir un paño que simulaba un capote. Entre los dedos escondía una salchicha que al final le daba de premio. Llegó a perfeccionar su actuación convirtiendo el paño en capa y fabricándose una gorra que simulaba una montera. Me dijo que se llamaba Cristiano y el perro negro, Toro (¡Claro!). Al final del verano le robaron el perro que ya se había convertido en una fuente de monedas. El pobre, muy apenado, terminó marchándose a Francia. Más que voyeur yo me definiría como un curioso y un cazador. ‘El francotirador enamorado’ fue el nombre de una exposición que hice con algunos de los nuevos materiales audiovisuales.

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* Fotomontajes realizados con fotografías de la Plaza Real de Barcelona.

C.G.C. ¿Por qué decidiste abandonar el mundo del cómic en los noventa?

N.L. Yo abandoné el estudio de la guitarra flamenca (tras casi diez años de trabajosa entrega), a principios de los setenta cuando me dediqué a dibujar cómics; en los ochenta, tras rizar los rizos de mi técnica como dibujante con Turandot y Ali Babá y los 40 maricones, creí inútil, y casi imposible, seguir por este camino. Con una pequeña obra rebosante de erotismo, humor e ironía que se basaba en el cuento de la Cenicienta en el que la heroína es una princesa ciega que un día es violada por su padre el rey y se vuelve loca intentando descubrir al hombre superdotado con el que había mantenido relaciones. El rey lanza un bando pidiendo que se presenten en palacio los hombres mejor dotados del reino. Como si se tratara del zapato, la princesa se va calzando todos los más monstruosos miembros de la corte sin hallar aquella medida añorada. Mientras el rey, con una polla monstruosa, descansa en el lecho con dos amantes que se ríen comentando que, si no fuera porque se trata del padre de la chica, la medida que a ella realmente le iría bien sería aquella monstruosidad con la que están jugueteando. Era algo así como un “no va más”. Me ofrecieron galerías para exponer y me dediqué a pintar acuarelas hiperrealistas de bodegones y naturalezas muertas (nada de “muñequitos”), y estuve realizando exposiciones alternativas en Madrid y Barcelona. Varios años me llevaron a Arco y me hicieron varias exposiciones antológicas. Llegó la crisis, a todos los niveles, las dos galerías cerraron, la gente ya no compraba cuadros y decidí fabricarme una exhaustiva página web, algo así como una especie de mausoleo. Entonces comencé a escribir mi autobiografía y en ello estuve más de tres años durante los que no abandoné mis trabajos fotográficos.

C.G.C. A veces tus acuarelas recuerdan vivamente a vanitas barrocas. Los objetos que las pueblan, frutas, libros, flores, etc. parecen invitar a gozar de una vida que se sabe efímera. ¿Cuál es para ti el sentido de la vida?

N.L. Yo creé para Alejandro (mi recién desaparecido compañero durante treinta y seis años y marido durante cinco días), la frase: La vida no vale la pena si no se vive alegremente, parafraseando la otra que dice intensamente.

Desde joven, el Tao me confirmó algo que yo ya sabía: que había que vivir a fondo cada instante de la vida. Y que una vida perfecta solo la proporciona la satisfacción de entregarte a hacer algo que te gusta, intentando hacerlo lo mejor que puedas y poder vivir de ese trabajo. ¡Nada de grandes ambiciones y fantasías! Vivir cómodamente ajustándote a tus posibilidades y respetar profundamente a tus amantes y amigos. La gran máxima de mi vida es la solidaridad y el repugnante enemigo a abatir es la mezquindad. De todas formas reconozco ser, a veces, un tipo contradictorio al que pierde el hedonismo.

C.G.C. Termino de una manera poco original, ¿en qué proyectos andas metido ahora?

N.L. Con la editorial Anagrama estamos ultimando los detalles de la edición de uno de los volúmenes de mi autobiografía que llevará el título ‘La vida íntima del dibujante underground’ y al que debería seguir un volumen en el que narro mi vida en Sevilla desde que comencé a trabajar como maestro y me independicé; mi infancia en el pueblo, historias del asesinato de mi tío socialista a manos de bandas falangistas, historias de la gente del pueblo de mi padre y el de mi madre en el que pasaba temporadas; la vida en un colegio de curas salesianos y mi vida de estudiante en la ciudad (luchas internas al no aceptar mi homosexualidad, mis primeras relaciones sexuales..) y, por último la crisis con el cese de la pintura, los premios y medallas, los novios, la muerte de Alejandro y mi soledad que transcurre entre la ventana que miro a través de la cámara fotográfica y la pantalla del ordenador. Intento encontrar una entidad que haga una gran exposición con mis trabajos audiovisuales alrededor de la Plaza.

La editorial Laertes me sacará la Tercera parte de ‘Anarcoma’ que tenía abocetada hace años y que he pulido en forma de libro y La Cúpula me editará un lujoso volumen con todas las historias de ‘Anarcoma’.

En la vida cotidiana limpio la casa, hago la compra, preparo la comida, lavo la ropa, cuido las cincuenta o sesenta plantas que Alejandro me dejó en herencia, llevo mis páginas de facebook, recibo a los novios, doy clases de español a inmigrantes, suelo acudir a algunas manifestaciones.. y muchas cosas más. ¡A veces demasiadas!

En todo esto ando metido ahora...

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* Portadas de comics publicados por Nazario. De izq. a dcha: `El Rrollo´(1973), ´Turandot´(1993), `Alí Babá y los 40 maricones´(1993) y ´Anarcoma`(1983).

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PRESENTE CONTINUO - Sevilla (España) - 2015 - ISSN 2444-5231
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