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AFAL, TENDIENDO REDES HACIA EL MUNDO EN LA FOTOGRAFÍA ESPAÑOLA DE LOS 50
por Lola Molina Publicado el 29 de Junio de 2016
Madrid

Aunque la noción de periferia podría sugerir precariedad y aislamiento frente al impulso creativo de los centros del arte -normalmente las grandes capitales, allí donde parece emerger toda energía artística, pero no todo sucede- a menudo la historia nos conmueve con iniciativas nacidas en los márgenes, que se proyectan al mundo sin importar las distancias, y cuyo potencial atrae el mejor talento de toda una época. Así sucedió en Almería, que se convirtió en epicentro de la fotografía española a mediados del siglo pasado, y su efecto fue multiplicándose hasta conectar algunos de nuestros mejores autores con la vanguardia fotográfica que se desarrollaba -sin trabas- en otros países.

El Departamento de Colecciones del Museo Reina Sofía y la historiadora Laura Terré comisarían la exposición ‘Humanismo y subjetividad en la fotografía española de los años 50 y 60. El caso AFAL’, que hasta el próximo 7 de noviembre se podrá visitar en las salas 413 y 415 del centro, en el marco del festival PHotoEspaña 2016. Partiendo del importante fondo del archivo AFAL, donado por Carlos Pérez Siquier, una selección de 70 fotografías y abundante material documental testimonian la renovación que en esos años experimentó la fotografía en nuestro país gracias, principalmente, a la acción conjunta impulsada desde colectivos claves para el siglo XX como la Agrupación Fotográfica Almeriense (AFAL) y otros de índole similar.

Tras la posguerra, la España de los años cincuenta aún soportaba el lastre que habían dejado los años de contienda, hecho acentuado por el clima asfixiante que imponía la dictadura franquista. Durante este periodo de autarquía el país se recluye sobre sí mismo, bloqueando toda influencia exterior, lo que desemboca en un empobrecimiento económico, político, social y cultural. En este contexto, la censura anuló la libertad de expresión, controlando y mutilando toda producción artística e intelectual que pudiera ser interpretada como un intento de rebeldía contra el sistema.

La producción fotográfica carecía de originalidad, encerrada en los cánones del pictorialismo defendido desde instituciones de corte decimonónico como la Real Sociedad Fotográfica, creada en 1900. Éstas imponían una fotografía academicista y estereotipada contra la que reaccionan las nuevas generaciones. Frente a este estancamiento, muchos jóvenes de mirada social y ávida de novedad se interesarán por la fotografía que se practica en el extranjero: de autor, subjetiva, de corte humanista, que manifiesta un claro cambio de orientación a favor de la personalidad y la sinceridad del que mira. La vida cotidiana se convierte en objeto de sus preferencias y las imágenes resultantes, en blanco y negro, destilan melancolía y resignación, expresión contemporánea de la precaria vida real de una España que desde las altas esferas trató de ser escondida tras una fachada de folclore y costumbrismo.


* Fotografías de la serie 'La Chanca, Almería' de Carlos Pérez Siquier.

La adopción de una postura de rigor intelectual será el motor que en 1950 impulse la formación del colectivo AFAL en Almería –lejos de los centros habituales de Madrid o Barcelona- con el fin de promover una renovación de la práctica fotográfica, al margen de localismos. Una nueva generación de jóvenes curiosos e interesados por la fotografía, procedentes de diversos puntos de la geografía española, se aglutinan en torno al colectivo, cuya mirada traspasa nuestras fronteras y toma como referentes la obra de importantes autores extranjeros como Henri Cartier-Bresson, William Klein y la agencia Magnum, así como de revistas ilustradas americanas como Vogue –sobre moda- o Time –dedicada al reportaje. Influencia decisiva para el grupo fue el catálogo de la mítica exposición ‘The Family of Man’ (1955), comisariada por el fotógrafo Edward Steichen para el MoMA de Nueva York. En sus páginas descubrieron cómo los autores extranjeros ponían el foco en la realidad del ser humano en todas sus facetas, desarrollando la fotografía documental de corte humanista que, con diversos tratamientos, pusieron en práctica todos los miembros de AFAL.

Este cúmulo de influencias desemboca en el interés por el documental neorrealista y por el reportaje humanista, característicos de la producción de AFAL. Se defendió el pluralismo, no hubo un estilo común; justamente el diálogo, el intercambio y la confrontación de propuestas fueron su nexo de unión. Para exhibir el trabajo fotográfico desarrollado por sus integrantes organizaron salones promocionados en el boletín, que comenzó a editarse en 1955.

Con el tiempo, algunos miembros de la misma procedencia llegaron a reagruparse. Así sucede con los integrantes madrileños –entre ellos Ramón Masats-, que en 1958 fundan el grupo La Palangana, foro de tertulias acerca de la selección de fotografías para las exposiciones de AFAL, cuyas conclusiones compartían por carta con el grupo de Almería.

Al asumir José María Artero (Almería, 1928-1991) y Carlos Pérez Siquier (Almería, 1930) los respectivos cargos de presidente y secretario, ambos deciden dar un giro y adoptar una nueva postura, acorde con esta nueva sensibilidad humanista. Se abandona el formato de boletín y nace la Revista AFAL en 1956, dedicada a la fotografía y al cine.

 
* Fotografías de Ramón Masats: 'Almonte' (1958), 'París, Torre Eiffel' (1962) y 'Terrassa' (1956). 

De planteamiento independiente y tono renovado, la revista quiso ser eco de la fotografía joven y, según refiere Pérez Siquier, reflejar el latido del tiempo que estaban viviendo. Este enfoque atraerá a un grupo heterogéneo de autores, que llegaron a ser los mejores de su generación. AFAL contaría entre sus filas con Leonardo Cantero, Joan Colom, Gabriel Cualladó, Francisco Gómez, Gonzalo Juanes, Ramón Masats, Alberto Schommer, Oriol Maspons, Xavier Miserachs, Francisco Ontañón, Carlos Pérez Siquier, Ricard Terré, Julio Ubiña…

La revista sirvió de plataforma para difundir la fotografía española en otros países así como para mostrar en España la fotografía realizada por autores extranjeros. Llegó a tener una edición bilingüe –en español y francés- y corresponsales en París, Bruselas, Londres y Milán. Sus portadas mostraron la mejor producción fotográfica de aquellos años y los textos alcanzaron gran calidad. En coherencia con la posición intelectual de sus miembros, se incluyó entre sus páginas una selección de la mejor literatura fotográfica extranjera, traducida al castellano. Cada número de la revista incluyó un portfolio monográfico dedicado a un fotógrafo o grupo fotográfico, siendo notables los dedicados al trío catalán formado por Terré, Miserachs y Masats (nº 8), Pérez Siquier (nº 11) y Alberto Schommer (nº 13).

El cine fue el otro pilar de la revista, hasta llegar a ser tema central de la publicación a partir de 1959. Guillermo Berjón fue el encargado seleccionar los colaboradores para esta sección, cuyos artículos fueron objeto de censura en varias ocasiones.

Una acertada iniciativa por parte de José María Artero, que potenció el atractivo de la publicación y elevó su calidad más allá de lo visual, fue la inclusión de textos poéticos y literarios tanto de autores que comenzaban por aquel entonces, como de la Generación del 98 y la del 27, muchos silenciados por la censura franquista.


* 'Retrato de Tertre' (1962), Gerardo Vielba Calvo; 'La niña de la rosa' (1959), Gabriel Cualladó. 

En cuanto a la fotografía, el retrato fue el género más cultivado. Mujeres, hombres y niños aparecen en escenas de luto, comunión, en calles y casas, cementerios y campos…Y el clero…algunas imágenes huelen a incienso. Un silencio de temor e incertidumbre en blanco y negro, reflejo de la dureza y del éxodo rural masivo de aquellos años en los que las ciudades y la industria representaban la esperanza de un futuro más próspero.

Con la entrada en la década de los sesenta, en pleno desarrollismo, irrumpe un nuevo fenómeno que atrae cada vez más el objetivo de los fotógrafos. El turismo transformaría la vida y economía de algunas regiones, y el Régimen procurará potenciarlo –a su manera- consciente de la oportunidad de crecimiento que representa. Para los fotógrafos de la época, el turismo ofrece un universo nuevo de imágenes peculiares, coloristas y atractivas, que activan unas retinas sedientas de cambio y nuevos horizontes.
Pese a la calidad de las imágenes, el Régimen no vio con buenos ojos esta fotografía que mostraba la realidad de miseria y escasez que había ante el objetivo; la auténtica situación de la sociedad de aquella época, muy alejada de la imagen de pretendida modernización y desarrollo que la dictadura quería mostrar al exterior con el fin de atraer al aún incipiente turismo. 

El éxito de la Revista animó a sus promotores a editar el Anuario de la Fotografía Española de 1958, su proyecto más ambicioso, una apuesta por reunir en una sola publicación esa nueva fotografía española conectada con la extranjera, a fin de promocionarla internacionalmente. Una exigente selección de más de cien fotografías de 48 autores, reproducidas en huecograbado, ilustraron la amplia tirada de 2500 ejemplares que se imprimieron gracias a un importante esfuerzo económico.

El criterio que animó la selección fue su calidad e interés por reflejar la diversidad de estilos y enfoques practicados en la fotografía española del momento. Reunió imágenes de miembros del grupo pero también de otros fotógrafos tanto amateurs como profesionales: Francesc Catalá-Roca, Nicolás Muller, Leopoldo Pomés…

La respuesta desde el extranjero fue muy positiva, recibiendo buenas críticas de figuras históricas de la fotografía como Cartier-Bresson, Otto Steinert y Edward Steichen, quien incluyó varias de las obras en una exposición celebrada en el MoMa en 1959. Por contra, la crítica española, que seguía decantándose por la estética pictorialista y academicista, no apoyó el proyecto.


* Retrato de algunos miembros del Grupo y portadas de diferentes números de la Revista Afal.

La exposición del MNCARS gira en torno a la internacionalización de sus autores, el mayor logro de AFAL. Documenta los intercambios con otros fotógrafos y agrupaciones europeas y americanas, así como el interés por estar al día de la fotografía que se hacía en ambos continentes. Libros, revistas y anuarios extranjeros; maquetas de la revista, catálogos de sus exposiciones, reproducciones fotográficas, documentos de gestión y la correspondencia cruzada entre sus miembros –incluido el archivo de correspondencia de José María Artero, cedido por su familia a Pérez Siquier-, atestiguan el gran esfuerzo realizado por sus miembros, las dudas y discusiones del proceso creativo. Gracias a aquellos años de trabajo de equipo, profesional y concienzudo, AFAL es una pieza clave en la historia de la fotografía española.

La muestra testimonia su participación en muestras colectivas y certámenes celebrados en el extranjero, como fueron el Salón Albert I de Charleroi (Bélgica), la Bienal de Pescara de 1958 y la exposición colectiva de 1959 en París junto al Club Photographique Les 30x40, que luego viajó a Berlín, Moscú y Milán. AFAL también trajo a España el trabajo del grupo La Ventana de México, agrupaciones italianas como La Gondola y La Bussola y exposiciones itinerantes como la de Otto Steinert y la titulada ‘Joven fotografía belga’.

La exposición del MNCARS recupera además el proyecto ‘Once fotógrafos a París’, muestra organizada en 1962 por el Comissariat Général du Turisme del Estado francés en Barcelona con el fin de promover el turismo español hacia el país vecino. Entre otros, participaron en ella Ramón Masats, Oriol Maspons, Francisco Ontañón y Gabriel Cualladó.

A fin de cuentas, esta muestra supone un canto a la libertad creativa frente a la represión censora de la dictadura. Como escribió en 1991 el que fue director de la revista, José María Artero: “AFAL estableció un compromiso con las gentes de su generación, en unas condiciones especiales del país con muchos pronunciamientos en contra. Mantuvimos en pie la ilusión de una fotografía actual europea y creativamente libre, cuando los tiempos corrían en nuestro entorno con signo totalmente distinto. “

AFAL fue un proyecto interregional y trasnacional, nexo de sensibilidades afines y fenómeno clave para comprender la actual fotografía documental española. Tendió un puente hacia Europa y América en aquella España aislada de los movimientos artísticos e intelectuales que estaban configurando la historia cultural de esas décadas del siglo veinte, y facilitó la proyección internacional de algunos de sus fotógrafos, contribuyendo a su profesionalización y reconocimiento. El propio Schommer afirmó sobre AFAL: “Me considero próximo (…) porque fueron los primeros en manifestar que la fotografía era un arte independiente y con más posibilidades que otras expresiones artísticas antiguas”.

Fueron siete años y 36 números de Revista AFAL, cuyo final en 1963 se debió principalmente a las dificultades económicas. Aunque la aportación de sus editores y sus colaboradores fue desinteresada, la publicidad fue escasa y su financiación corrió a cargo de las suscripciones. Esto permitió que se mantuvieran la libertad e independencia necesarias para la renovación que defendían. Así fue como AFAL abrió una brecha y convirtió a Almería en un referente de la fotografía española de la segunda mitad del siglo XX.

La Revista AFAL había cumplido ya su cometido y llegaba el momento de ceder el puesto a nuevas corrientes. Respecto a su final, comentaba Pérez Siquier: “Las revoluciones tienen que morir jóvenes y no hay que procurar alargarles la vida, porque languidecen”.


* Vistas de la exposición en las salas del MNCARS.


* Imagen de cabecera: Miembros del grupo fotográfico AFAL: img. izq. de Gabriel Cualladó tomada por Cristina Megía en 1991; img. dcha. tomada el día de la inauguración de la exposición monográfica en el CAAC de Sevilla en 2006, cedida por la comisaria Laura Terré.

* Imagen de portada: Detalle del 'Bodegón' (1957) de Alberto Schommer.

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PRESENTE CONTINUO - Sevilla (España) - 2015 - ISSN 2444-5231
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