Viernes, 29 Marzo 2024
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MIGUEL ÁNGEL TORNERO, UNA PREGUNTA SIN RESPUESTA
por Ismael Ábrego Publicado el 26 de Noviembre de 2015

MIGUEL ÁNGEL TORNERO > Pretérito imperfecto compuesto
Comisario > Sema D´Acosta

Sala Siglo XXI - Huelva
Hasta el 6 de Diciembre de 2015



E
xisten en líneas generales dos maneras de aproximarse al acto fotográfico, una que mira hacia afuera y otra que mira hacia adentro, o en palabras de Joan Costa, la vía de la fidelidad reproductiva, en la que predomina el objeto real, y su opuesta, la de la modificación creativa del carácter naturalista de la imagen fotográfica, en la que prima la idea y la experimentación. En esta polaridad cabe una infinidad de tonos intermedios, desde el hiperrealismo, el fotoreportaje o el documentalismo, pasando por una aproximación expresionista, hasta la pura abstracción o el fotografismo; desde la ortodoxia técnica, al collage o confines del medio como la renderización. Dicho de una manera extremadamente sintética, una imagen puede capturarse o puede crearse. O pueden darse casos como la exposición que nos ocupa, en el que pueden darse ambos modos a la vez; titulada ‘Pretérito imperfecto compuesto’, nos da ya con ello pistas de su carácter mestizo y quimérico, propio de una frontera indeterminada.
 
Miguel Ángel Tornero (Baeza, Jaén, 1978) ha cosechado gracias a su trabajo bastante reconocimiento durante los últimos años, situándose como uno de los jóvenes artistas andaluces con mayor proyección internacional, baste señalar que su trabajo ha sido bendecido doblemente al ser publicado por Aperture en “Photography is magic”, un libro editado por Charlie Cotton -crítica neoyorquina de renombre- sobre prácticas experimentales, o por el hecho de haber sido seleccionado por Fontcuberta para aparecer en la reconocida revista italiana Mould, en un número dedicado a nuevas tendencias en fotografía. No olvidemos mencionar el galardón como mejor publicación artística del 2014 que el Ministerio de Cultura dio al fotolibro resultado de ‘The Random Series’, una peculiar edición en la que cada ejemplar es distinto al anterior al haber sido barajados previamente a la encuadernación.
 
Queda patente a través de su trayectoria la preocupación por la experimentación, por el proceso, por el carácter objeto y autorreferencial de la pieza resultante; de esto es un buen ejemplo su serie más reconocida y premiada, ‘The Random Series’ -dividida en tres partes, cada una correspondiente a una ciudad distinta en la que el autor ha vivido-. En ellas, a través de trucos digitales, elementos procedentes de orígenes diversos se amalgaman conformando una realidad nueva, chocante, a veces hilarante y otras perturbadora; de cualquier modo el resultado siempre se muestra formalmente coherente y con un gran atractivo estético.
 
El método creativo seguido por Tornero es esencialmente intuitivo y azaroso, su trabajo brota espontáneamente de la cotidianidad del artista, obsesivamente registra cualquier pequeño detalle que pueda captar su atención, conformando de esta manera una nutrida biblioteca personal que le sirve después para construir sus collages y montajes. Por esto decíamos que su trabajo podía al mismo tiempo partir del mundo sensible y del de las ideas, extrae elementos del mundo real, los modifica y descontextualiza y genera algo nuevo con ello. El interés del discurso puede recaer en el foto-grafismo -o foto-graficidad- y lo matérico, como en la mencionada serie o en su último proyecto ‘Photophobia’ (2014), o, inclinarse al mise en scene, esto es, que más que hablarnos en términos perceptivos de forma y el color, el protagonismo recae en la narración literaria, en la generación de preguntas y emociones -en la línea de Jeff Wall, por poner un ejemplo conocido-, este es el caso la propuesta que nos ocupa, ‘Pretérito imperfecto compuesto’.
 
La sala se llena con un denso ambiente de extrañeza y desazón que emana de sus imágenes -de un formato bastante respetable-. desde luego de ser fotogramas de una película, lo serían de algún thriller de terror psicológico a lo Hitchcock, von Trier o Lynch, directores a los que Tornero reconoce admirar; -también cabría recordar aquí a Gregory Crewdson, que con sus espectaculares superproducciones inoculó la retórica del desasosiego surrealista en toda una generación de fotógrafos-.  
 
La exposición se articula en dos movimientos enfrentados por su clave lumínica y tempo, uno luminoso, difuso y diáfano, más calmado; otro sumido en sombras, fogonazos de flash y cielos dramáticos. En aquel, la puesta en escena se desarrolla en interiores, a veces caóticos y desordenados, otras desagradablemente pulcros, el reloj se ha quedado detenido, pero hay un elemento constante, algún televisor emitiendo un parte meteorológico, sirve como metáfora de la tormenta emocional que sufren unos personajes paralizados, absortos, ajenos a un observador sumido en preguntas de difícil solución, tal vez así en sintonía con ellos. El contrapunto viene con una segunda parte donde aumenta la tensión, la acción sucede en lugares desubicados, probablemente arrabales y suburbios de pobre vegetación, ocultos por la penumbra del crepúsculo. El disparo fortuito de un flash levanta ese telón y parece pillar a los personajes in fraganti, en el transcurso de alguna acción incomprensible que o bien quieren ocultar, o les ha pillado desprevenidos en su errancia. De nuevo la intensidad psicológica es palpable, pero aquí, tal vez por estar al amparo de las tinieblas superan aquel estado de somnolencia y perplejidad, y recalco tal vez, porque aquí más que respuestas se plantean preguntas y pertenece a cada cual el darles un sentido.

Expuesto en la Sala Siglo XXI y concebido como una mirada al camino dejado atrás. ‘Pretérito Imperfecto Compuesto’ significó el bautismo de Tornero dentro del sistema artístico, resulta interesante hacer la comparación con sus últimos proyecto; así, queda expuesta la evolución de un jóven artista en el primer tramo de su carrera. De este modo, podremos descubrir qué vías y qué discursos ha abandonado, qué ha transformado y qué ha mantenido desde este primer tanteo hasta el día de hoy. El currículum de un artista, más que en una colección de exposiciones, menciones y becas, se mide en el número de caminos que ha tomado y los experimentos que ha llevado a cabo en la búsqueda de un lugar propio, y esta, es una constante pregunta sin respuesta.

PRESENTE CONTINUO - Sevilla (España) - 2015 - ISSN 2444-5231
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