ROGELIO LÓPEZ CUENCA > Opium Pop
Galería Juana de Aizpuru - Madrid
Hasta el 23 de abril de 2016
El símbolo en la base de las religiones actúa como un medio de comunicación de los principios dogmáticos de estas, y además constituye un punto de convergencia entre todas ellas. Si el catolicismo nos es especialmente sensible no es más que por un convencionalismo cultural instalado en la franja del mundo en que nos ha tocado vivir. Pero al igual que muchas otras como el judaísmo, el islamismo o las demás doctrinas cristianas, el catolicismo sienta sus bases en los precedentes espirituales más inmediatos, como fue la religión romana y a su vez griega de la Antigüedad clásica. De ellos no solo se toman modelos de conducta, ritos y metáforas para plasmar los valores propios de cada una de estas creencias a través de matizaciones, sino también se emplean los símbolos que, reinterpretados, pasan a adquirir nuevos significados con el transcurso del tiempo, responsable de la evolución de su sentido y valor hasta alcanzar en ciertos casos parámetros opuestos. Se trata de una transformación progresiva en la cual los aspectos religiosos a los que una sociedad está acostumbrada se reaprovechan para adaptarlos a nuevos dogmas que faciliten su adopción y expansión, sin necesidad de partir de cero con extrañas y ajenas ideas.
Este es el concepto principal subyacente en el proyecto presentado por Rogelio López Cuenca (Nerja, Málaga, 1959) actualmente en la Galería Juana de Aizpuru. En ‘Opium Pop’ el artista viene a aunar y a demostrar la correlación de dos conceptos que marcan la cultura occidental de nuestro momento: la religión y el consumo de masas. Plantea una reflexión sobre cómo uno ha ido suplantando al otro, y es que ahora el hiperconsumo y el dogma del lujo parecen haberse convertido en la religión de la sociedad contemporánea, mientras la espiritualidad va decayendo poco a poco hacia un cada vez mayor laicismo. Ya no se busca el consuelo en la fe, sino en las compras, y este profundo cambio en el seno de nuestra cultura es el que quiere reflejar López Cuenca en las obras y las conexiones creadas entre estas mediante la búsqueda de los elementos iconográficos católicos en las reproducciones visuales de hoy, desde la publicidad y la televisión, hasta grandes hitos en la historia del arte.
Todas las piezas suponen una reapropiación de imágenes preexistentes, ya sea en el sentido literal cuando toma spots publicitarios, escenas de películas o logotipos de marcas comerciales, o conceptual cuando reinventa señales de tráfico por la universalidad de estos indicadores. De esta forma, se entremezclan igualmente las técnicas, desde la pintura sobre lienzo, a la fotografía o el formato video, para subrayar la importancia del hilo conductor que las une, dando como resultado no obstante un conjunto equilibrado entre los métodos artísticos empleados. Por otra parte, destaca la importancia del lenguaje en su producción, no solo representado por los cuidados textos que acompañan sus exposiciones ilustrando y descifrando el mensaje de su contenido -en esta ocasión la nota de prensa es redactada por el propio artista fijando por escrito los conceptos básicos de carácter antropológico que sustentan toda la muestra- sino también el lenguaje de signos, corporal, etc. plasmados mediante la selección de temas de interés en sus obras. A través de la conjunción de diferentes imágenes con una función absolutamente idiomática va articulando su propio mensaje, dando lugar a lo que puede denominarse como poesía visual.
Esta condición es especialmente patente en los conjuntos concebidos como tal, en los que cada pieza recibe una nueva acepción en base al rastreo de los principios católicos en las manifestaciones actuales que forman nuestro día a día, como por ejemplo ‘Corona I / Martello / Mano / Velo’ (2016), donde el ‘Botellero’ de Marcel Duchamp supone una representación de la corona de espinas de Cristo o el martillo del símbolo comunista es la herramienta con la que se le clava a la cruz. Esta asociación de ideas se intensifica especialmente en el vídeo homónimo a la muestra, ‘Opium Pop’ (2016), cuya sucesión frenética de imágenes entremezcla aquellas de auténtica vocación religiosa con las identificadas por el artista como una emulación simbólica de las anteriores con el fin de apelar al imaginario de la sociedad a la que se dirigen.
Esta temática puede rastrearse en la carrera de López Cuenca hasta los años de su estancia en la Academia de España en Roma, originando otras exposiciones como ‘Paso de procesiones’ (1996) en la Galería Juana de Aizpuru de Sevilla u ‘Opium populi’ en la Sala Municipal de Exposiciones de Girona en 1999. También se hallan presentes en esta ocasión otros aspectos comunes en su visión crítica de compromiso político, social y cultural, como son las referencias a la historia artística y sus principales protagonistas. Prueba de ello sería la presencia de ‘Cuadrado negro sobre fondo blanco’ de Kazimir Malevich, la característica retícula coloreada de Piet Mondrian o el ya mencionado ‘Botellero’ de Duchamp, que vienen a asumir con leves retoques una alusión a la Pasión de Cristo nuevamente. En el caso de Duchamp puede destacarse que el ready-made es un aspecto artístico de particular reflexión para el artista, tal como demuestran algunas exposiciones dedicadas a este concepto, como fue ‘Read & Made’ (1997) en el Contemporary Art Museum de la Universidad del Sur de Florida.
Se aprecia, por tanto, como Rogelio López Cuenca vuelve a revisar diferentes aspectos de su producción, tal como las culturas actualizan los signos con los que se identifican sus rasgos definitorios. De hecho, ¿qué son estas obras sino una reinterpretación más de los símbolos a los que el artista se está refiriendo como iconos en constante cambio y adaptación? Ahora con sus creaciones es el turno de su relectura desde un sentido crítico que bien puede interpretarse como un capítulo más del significado de estos sistemas de expresión y comunicación universales.