ANTONI ARISSA > La sombra y el fotógrafo. 1922-1936
Centro Andaluz de la Fotografía (CAF) - Almería
Hasta el 3 de abril de 2016
De genios que caen en el olvido está la memoria llena. La capacidad de recordar es prodigiosa y el rescate es una acción que ha llegado ocho décadas después gracias a la Fundación Telefónica. Antoni Arissa (Barcelona, 1900-1980) fue una de las principales figuras de la vanguardia fotográfica de principios del siglo XX en España, con una producción en la estela de artistas internacionales como Cartier-Bresson o Dorothea Lange. Como el francés, Arissa desarrolló en España una fotografía de la calle que captaba el momento preciso para retén de nuestra memoria. Las vanguardias y los ismos también llegaban a nuestro país, y esta primera muestra antológica del artista catalán que se realiza, da buena muestra de ello. El Centro Andaluz de la Fotografía (Almería) acoge la colección de este genio que ha permanecido demasiado tiempo dormido para infortunio de nuestro sentido y placer visual.
Con su nacimiento dijo adiós al siglo XIX en una ciudad próspera como estaba siendo Barcelona, donde el emblemático barrio de Sant Andreu del Palomar le vio nacer y crecer entre papeles y tintas. En la imprenta de sus padres aprendió el oficio de impresor, tipógrafo y a la vez, desarrolló su afición de fotógrafo, iniciando su aprendizaje en el Grupo Excursionista Bon Temps. Su carrera como fotógrafo de vanguardia se truncaría tras la Guerra Civil Española, donde decidió que el sueño de modernidad que vivía había acabado.
La exposición que se muestra en el CAF se estructura en tres bloques con un discurso expositivo que en ocasiones se superpone, pero que en estas salas poco importa, ya que el paseo invita a la vida y reflexión de un artista que no necesitaba de grandes artilugios para sus puestas en escena. En una primera etapa entre 1922 y 1928, estuvo en concordancia con el pictorialismo. Esta corriente pretendía el reconocimiento de la fotografía como una disciplina artística, y él se unió a la práctica inspirándose en movimientos vanguardistas del siglo XIX como el Pre-Rafaelismo, el Arts & Crafts o el Simbolismo. Fotografió por los alrededores de Sant Andreu visualizando situaciones pintorescas en contextos reales. La tendencia “noventayochista” recreaba una arcadia de de tradiciones con personajes arquetípicos desempeñando sus labores del campo y niños jugando en las calles que hacían de sus escenas el mejor de los teatros para la fotografía.
Llegado el momento, Arissa se siente en consonancia con el cambio, y a finales de los años treinta su producción fotográfica se torna definitivamente hacia la vanguardia contemporánea. Acercándose a la modernidad, el discurso literario que inspiraban sus fotos traspasa el costumbrismo pictorialista enmarcándose en un movimiento foráneo: la Nueva Visión. Este movimiento surgió a mediados de los años veinte en Alemania, siendo Laszlo Moholy-Nagy, profesor de la Bauhaus, quien definiera sus postulados. Antoni Arissa bebió sus manifiestos los cuales quedaron plasmados en su nueva producción. Ahora sus escenas ya no serán idílicas, sino conceptualizadas, concentradas y reducidas a la angulación e iluminación consciente, buscada y encontrada. Sus fotografías van perdiendo rostros y van centrándose en lo abstracto. Esta será su tercera y última etapa, desde 1930 a 1936, donde paulatinamente se fue apagando la luz de su cámara y sus negativos se fueron guardando en el fondo de un oscuro y cerrado cajón.
La recuperación del tiraje realizado por Arissa durante sus años de producción, se ha hecho a partir de los negativos que poseía la Fundación Telefónica y el Institut d`Estudis Fotogràfics de Catalunya por los historiadores Rafael Levenfeld y Valentín Vallhonrat, quienes hablan de Arissa como el «eslabón perdido de la historia del arte de vanguardia español». Ha sido una labor de conservación, estudio, exposición y difusión donde la primacía radicaba en mantener el material original lo más intacto posible. Ser fiel a la tonalidad y al estilo de las fotografías realizadas sobre el papel de algodón y pigmentos minerales que por aquel entonces se conseguían. La pretensión de mantener esa magia de antaño que hoy nos cuesta alcanzar a pesar de la continua evolución técnica y los avances de los tratamientos fotográficos y digitales a los que estamos acostumbrados.
Las 150 fotografías con las que cuenta la exposición del CAF distribuidas en dos plantas, nos muestran a un fotógrafo que nunca necesitó de grandes escenarios, ni grandes personajes conocidos, le bastó con sus hijas, sus trabajadores, el campo o el puerto de la ciudad. No había que andar muy lejos ni realizar grandes viajes para encontrar la curiosidad y captarla con su original y precisa visión onírica de la realidad en una fotografía. Sin salir de su Barcelona natal, el artista transmite emociones mediante imágenes de su mundo particular, donde las luces y las sombras, el entorno y las pequeñas cosas son las verdaderas protagonistas. En una época de cambio, hasta donde los acontecimientos históricos dejaron que Antoni Arissa siguiera con su cámara en mano, él sí que supo disfrutar desde el objetivo de “la perla del Mediterráneo”.