Entrevistamos a Pablo Juliá (Cádiz, 1949) fotoperiodista y actual director del Centro Andaluz de la Fotografía desde 2007, único centro institucional dedicado exclusivamente a la fotografía en España. Juliá es un reportero gráfico de la vieja escuela que se maneja bien en las distancias cortas, por eso nos citamos en la cafetería de un hotel situado en el sevillano barrio de Heliópolis. De manera distendida, conversa sobre la situación del CAF a las puertas ya de su veinticinco aniversario. Nos habla también sobre su carrera personal y el panorama actual de la fotografía en Andalucía.
Ismael Abrego: Se cumple este año el 25 aniversario del CAF, ¿qué significa esta efeméride para vosotros?
Pablo Juliá: Bueno, en realidad se va a cumplir el año que viene, lo que pasa es que nosotros estamos calentando en la banda. Las fechas son inexactas, en un principio se hace con el ‘Proyecto Imagina’, pero el Centro Andaluz de la Fotografía no se funda hasta después de Imagina’. Esto nos plantea una duda, ¿sobre qué hacerlo?, ¿sobre el comienzo de lo que fue el ‘Proyecto Imagina’ o sobre la creación del CAF? Ambas cosas están muy unidas.
Eso significa que tras un cuarto de siglo algo hay detrás de esto. Algo hay en un intento que siempre se ha mantenido bastante monocorde; la idea de que la fotografía es un lenguaje, de que la fotografía no es una lista de nombres y de que tenemos que ver qué hacen los demás para entender también qué es lo que queremos hacer nosotros mismos. En ese espíritu nos hemos mantenido desde el principio, -Manuel Falces ha estado ahí- y en eso creo que sí que hemos conseguido algo.
I.A. ¿Han pensado algo especial para su celebración?
P.J. Claro, en principio queremos recuperar todo lo que fue el ‘Proyecto Imagina’, queremos volverlo a exponer. Pero esto no solamente consiste en poner las fotos del proyecto, interesa sobre todo que podamos hacer una reflexión de lo que ha pasado en esos veinticinco años. Treinta y siete artistas del nivel de Ferdinando Scianna, William Klein, Martine Franck, el mismo Cartier Bresson, Graciela Iturbide, etc… Han sido artistas de renombre los que han expuesto en los muros del CAF. Una reflexión sobre el tiempo creo que es importante que se hiciera. ¿Qué ha sido lo que ha cambiado y qué ha sido lo que no? Hemos pasado de lo analógico a lo digital, todas esas cosas cambiado y de alguna manera nosotros hemos sido todos protagonistas de eso.
I.A. ¿Estaríamos hablando entonces de una retrospectiva sobre el centro?
P.J. No solamente una retrospectiva sobre el centro, sino sobre qué es lo que nos va a llevar al futuro, quiénes somos, qué es lo que queremos hacer cuando seamos mayores. Esa es la reflexión que nos interesa plantear.
I.A. Desde 2007 es director del Centro Andaluz de Fotografía, la única institución dedicada exclusivamente a la fotografía en España ¿De dónde surge esta iniciativa, cómo se consolida en una apuesta sólida por la fotografía y cómo llega usted a ser director del centro?
P.J. Comenzaré respondiendo a cómo llegué a ser director del centro, es lo último pero luego volveré al principio. Yo estaba en la comisión asesora que monta Manuel Falces, primer director del centro. Manuel me designa para que forme parte de ella junto a Cristina García Rodero y Ricardo Martín. Nos convertimos entonces en fuertes defensores del centro viendo la cantidad de carencias que tenía y que sigue teniendo. Cuando Manuel Falces comenzó a no estar bien de salud me llamó para ver si yo me quería hacer cargo, nadie quería irse a Almería a llevar esto, ahora quizás a lo mejor hay más gente que está interesada pero en aquel tiempo no había nadie. Entonces dejé el periódico ‘El País’ que era una cárcel de oro para mí pues vivía muy holgadamente gracias a él como redactor jefe de fotografía. Pero ya eran los tiempos en los que el periódico no tenía la misma fuerza que yo había vivido en los ochenta y en los noventa. El periódico se había convertido en una especie de oficina burocrática, muy burocrática; de hecho ha desaparecido la delegación de Andalucía. Eran otros tiempos en los que estábamos viajando permanentemente con otros reporteros y haciendo cosas espectaculares.
Son tiempos que ahora añoro bastante, pues fue la época más bonita de mi vida. Sin embargo, dejé esa cárcel de oro cuando ya no tenía mayor interés y me convertí en un editor de cosas que ya no eran las que me interesaban, aunque ganara mucho dinero -aquí iba a ganar bastante menos-, decidí que era más importante para mí tener sano el cerebro. De hecho me ha alegrado del cambio, he rejuvenecido. Estando en el centro he aprendido mucho, creo que hemos hecho una política honesta de lo que había que hacer, por eso estoy feliz y contento; muy contento, sin ambages.
Contento porque aunque habrá mucha gente que esté en desacuerdo con la política que hemos hecho, nadie puede negar que no hemos sido coherentes con la manera de entender lo que queríamos hacer, y eso me parece que es importante. El equipo es un equipo buenísimo, de gente con ganas permanentes, llevamos así unidos durante mucho tiempo y me preocupa su futuro. Allí hay mucho potencial pero hacen falta recursos, la cultura se ha quedado bajo mínimos, es una barbaridad lo que está ocurriendo, todos los gobiernos han sido responsables y no me importa decirlo, puedo decirlo, tengo sesenta y siete años.
Somos el centro público más importante del país e intentan imitarnos en otros sitios como Barcelona porque lo que aquí se hizo, se hizo muy bien. Mire, el tema de la crisis económica lo entiendo perfectamente, pero yo creo que en una crisis también hay que tener prioridades. Y esas prioridades son las que hay que fomentar, si usted en Andalucía sólo tiene esto, poténcielo, es algo singular. No estoy en contra de que le den dinero a los demás, estoy en contra de que no se sepa priorizar lo que es único.
I.A. Por el CAF han pasado fotógrafos tales como Atín Aya, Pérez Siquier, Nadav Kander o Emilio Morenatti, entre otros tantos; ¿Cómo definiría la línea expositiva del centro? ¿Cuáles son los objetivos que busca cumplir?
P.J. La fotografía es de código abierto, no es de código local. Tú haces una fotografía hoy aquí y la mandas al Vietnam y allí la gente la va a entender perfectamente. Es el mejor lenguaje que hay, el lenguaje que todo el mundo va a entender. ¿Qué es lo que hacemos nosotros? Enseñar tendencias. En fotografía xiste el conceptualismo, el impresionismo, el dadaísmo, la postfotografía... Todo eso es lo que queremos mostrar en el centro; podemos llevar a Fontcuberta, como podemos llevar a Nadav Kander, como podemos llamar a un clásico clasiquísimo. Nuestra intención es defender que somos públicos -esta no es mi galería-, y como públicos que somos lo que queremos es que la gente entienda la fotografía en su amplitud. No podemos tener andaluces si no somos también universales; no por ser andaluz, un fotógrafo tiene que estar en el centro. Digamos que lo que intentamos hacer es traer lo mejor de la fotografía esté donde esté. Y ese es nuestro criterio: enseñar tendencias. El centro no es nuestra galería, es la galería de todos. Hoy tenemos a Luis González Palma, que es un fotógrafo guatemalteco maravilloso, con una calidad increíble y que tiene que ver con un tipo nuevo de fotografía. Como es nuevo, lo traemos.
I.A. Claro, ser imparcial y didáctico, en la medida de lo posible…
Más que imparcial, porque la imparcialidad no existe, más que sobre eso, trata sobre crear tendencias. Vamos a ver: si tenemos dos salas intentaremos que la sala de arriba no tenga nada que ver con la sala de abajo, aunque a veces existan exposiciones que estén en las dos salas. Pretendemos que la lectura sea siempre contradictoria, que la gente no se quede con un concepto sino que aborde la cantidad de miles de posibilidades que hay en la fotografía.
I.A. ¿Qué considera que diferencia al CAF, de otros museos y centros que también trabajan con la fotografía en España?
P.J. En principio hay muchos centros que trabajan con la fotografía en España, pero no dedicados exclusivamente. A nosotros lo único que nos diferencia es que no tenemos una política localista, y también nos diferencia que tenemos muy poca capacidad económica. En cuanto a líneas expositivas, creo que estamos en el top de lo que hay que hacer. Pero claro, estamos utilizando a los amigos, yo estoy en contra de esto. Digo que estamos utilizando a los amigos porque la gente que tenemos está muy entregada y cuando les decimos que es el CAF acuden, pero no tenemos los fondos para hacer producciones importantes, que es lo que nos gustaría hacer. Llamamos a Chema Madoz y él viene porque nos conoce y sabe lo que es el centro. O llamamos a Nadav Kander, que tiene un nivelón, y viene porque sabe que esto significa algo importante. Pero no tenemos dinero para hacer eso ya, ni podemos dar talleres que es lo que nos gustaría, algo que hasta ahora hemos estado haciendo. Se ha reducido de una manera drástica, dramática, el presupuesto; y eso va muy en contra de la cultura.
I.A. Se suele decir que España adolece de una excesivo protagonismo de Madrid y Barcelona sobre el resto de ciudades, especialmente en el ámbito cultural y artístico; el CAF además, está en la periferia de Andalucía, más allá del triángulo Málaga, Granada y Sevilla. ¿Qué opina al respecto? ¿Cree que realmente afecta a la repercusión final de las propuestas planteadas fuera de estas capitales?
P.J. Te voy a poner un ejemplo, curiosísimo. Nosotros trajimos un estreno internacional como podía ser la obra de Nadav Kander, y otro estreno también internacional como podía ser la antología completa de Larry Flynt. Bueno, pues en Almería cuando montamos la de Nadav Kander, a Madrid ni le interesó; la trajimos a Sevilla y aquí ya empezó a funcionar mejor; cuando la llevamos a otro sitio... hombre, ¡la gran exclusiva!. No, mire usted: Se estrenó en Almería. La hemos llevado a varios sitios, pero no ha sido importante hasta que no se ha llevado fuera, lo cual me parece siniestro por parte del periodismo -y yo soy periodista-, por ese periodismo que solo reconoce el centralismo de Madrid, de Barcelona o de Sevilla. Esto me da mucha pena, porque en mis tiempos cuando algo se hacía en cualquier lugar del mundo, allá íbamos. Porque nos parecía que esa era la clave, ahora eso no parece que sea lo mismo. ¿Por qué?, pues porque los medios ya no tienen capacidad económica tampoco como para tener tantos corresponsales, y ya no creen nada más que en los poquitos que tienen metidos en su redacción central, ese es el plan.
I.A. ¿Cómo cree que se podía hacer para revertir esta situación?
P.J. Pues mira lo van a hacer los nuevos medios, los nuevos medios están destinados a cumplir el papel de lo que era el nuevo periodismo. Esto realmente es muy antiguo, el nuevo periodismo es el que consiste en hacer bien las cosas. Creo que ya está pasando el tiempo del periodismo offline. A partir de ahora lo digital va a mandar, va a cambiar nuestras vidas -ya lo ha hecho-. He ido con veinte maletas llevando focos, teleobjetivos, laboratorio, ampliadora, carretes, etc. He pasado luego a llevar un ordenador con antena para enviar a un satélite, y tener tres tarjetas de treinta y dos megas, hasta el día de hoy.
Creo que lo digital ha influido tanto que los nuevos medios serán los que tengan que decidir eso. Y se dará un trasvase entre los buenos periodistas que están en el papel al digital, muchos han querido dejar de estar allí. Los nuevos periódicos se han de redefinir en todo el mundo, los nuevos periódicos digitales. Y ya veremos todo esto a dónde va, no creo tampoco que cualquier tiempo pasado fuera mejor, lo que sí creo es que eran distintos. Creo que hace falta es que la gente joven se lance a por todas. Lo digo en las clases de la facultad: os están domesticando para que no defináis qué es lo que tenéis que hacer. Meteos, porque seréis vosotros los que consigáis cambiar esto.
Nosotros muchas veces queremos estrenar exposiciones en sitios distintos para que tengan mayor peso las cosas, y ya eso me parece categórico por mi parte, lo lógico sería hacerlo siempre. Muchas veces estrenamos fuera, estrenamos en Sevilla o estrenamos en Barcelona. Ya eso me parece triste, porque en realidad se tendría que hacer todo en un sitio, luego ya se llevan a otros lugares, pero un estreno es un estreno, que es donde tendrían que ir los críticos. Los que deberían estar interesados por esto, no se interesan.
I.A. Está también en Cádiz la Kursala…
P.J. A mí me gustan mucho los libros que está editando la Kursala. Ahí Jesus Micó ha hecho un gran trabajo, me parece muy interesante lo que están intentando hacer. Pero claro, ¿hasta qué punto tiene una cierta universalidad?, yo creo que está demasiado escorado a una determinada zona. Pero bueno, el papel de la Kursala es importante y lo están haciendo bien.
I.A. Hay que saber jugar con lo que se tiene ¿no?
P.J. Claro, lo que sí que creo es que entre todos tendríamos que hacer un esfuerzo de tolerancia, parece que este país es intolerante de sí mismo. A mi me gusta poner lo nuevo, lo antiguo, mezclar tendencias; yo creo que ese espíritu le falta a los demás. Pero la Kursala, como idea, me parece perfecta, la dirección de Micó, me parece buena. También en Algeciras está UFCA que me encanta, son una gente especial, encantadora, con Alberto Galán -el director, con el que siempre he tenido una buenísima relación-. Luego está la bienal de Córdoba, Latitudes 21 en Huelva, bueno, aquí hay una inquietud general por la fotografía. A todos estos sitios nosotros vamos llevando nuestras exposiciones. Latitudes 21 por ejemplo, basa su programación en buena parte en nuestras exposiciones; la bienal de Córdoba exactamente igual; con UFCA también hemos tenido colaboraciones; en Cádiz vamos continuamente a llevar cosas. Intentamos siempre, de una forma un poco mesiánica, llevar nuestro discurso a todas partes; en fin, estamos allí donde nos llaman, vamos a todo lugar donde podemos.
I.A. También es cierto por otra parte, que vivimos en un mundo cada vez más pequeño e interconectado, la gente se mueve con mayor facilidad entre fronteras; y desde un ordenador de un pueblecillo cualquiera es fácil conocer qué se está cociendo en Londres o Nueva York ¿Tiene o ha llevado a cabo el CAF algún proyecto internacional o de colaboración con otros centros?
P.J. Si, la verdad es que tenemos colaboraciones con centros internacionales, pero están un poquitos paradas ahora. Porque la universalidad y todo eso tiene un problema: y es que tenemos demasiada información. Con lo cual no sabemos seleccionar, tenemos tanta información que no llegamos a ella. Ahora los periódicos son todos una gran mentira, te dan mucha información para no darte esa información. Ahora te ponen una foto, tres caritas, una trama, un cuadro, tres despieces y te dan un montón de información; pero esa no es la información que buscabas, hay que saber seleccionar. Pues lo mismo pasa a este nivel: tenemos tanta información que a veces no podemos con ella. Creo que hay que hacer un esfuerzo por intentar enseñar cómo elegir y dónde la información que se quiere ver, que a uno le interesa leer. Eso es lo que yo creo que está fallando.
Nosotros a nivel internacional tenemos muy buen contacto con centros de fuera, lo tenemos con Cuba, con Viena, con Rusia, con Francia, con Londres, con Italia. Vamos a todos sitios, nuestras exposiciones a través del Ministerio de Asuntos Exteriores las hemos llevado a Asia, América y Europa, sólo nos falta África. A nivel internacional, Sudamérica tiene un poderío muy grande. Yo he estado en varios sitios de Sudamérica como México, Perú, Venezuela… son increíbles... en Argentina también hay un movimiento fotográfico importante. La fotografía en Sudamérica es muy fuerte, mucho más de lo que es en la vieja Europa, aquí nos estamos quedando atrasados.
I.A. El CAF podría estar ahí haciendo de bisagra...
P.J. Claro, estamos intentando jugar con eso, pero necesitamos más medios... lo de siempre.
I.A. ¿Qué piensa que ocurrirá tras su marcha de la dirección del centro? ¿Cuál será su legado? ¿Existe algún proyecto general planteado a medio y largo plazo?
P.J. Yo no soy el mejor para definir eso, porque yo soy el que lo he vivido, el que lo ha llevado. Creo que lo hemos hecho -no hablo en términos personales-, creo que el equipo lo ha hecho bastante bien. ¿El legado? Hemos ido a más, con pocos medios pero hemos ido a más, hoy el centro está bastante reconocido, y hemos limado sobre todo bastantes asperezas, hemos intentado que todo el mundo entienda que es lo que queremos en la cultura, yo creo que eso la Junta ha empezado a respetarlo. Ese es nuestro legado, y no pasa nada, cuando yo me vaya vendrán otros que serán estupendos o mejores que yo, eso es lo importante. Hombre, siempre que se respete que se hagan bien las cosas, lo que no creo que sea bueno es que yo me vaya y se amortice el cargo de mala manera, lo bueno sería que cuando yo me vaya -que ya veremos cuando me voy, eso depende de la consejería que decida- pero supongamos que me voy en un horizonte medio, no hay ningún problema. Siempre que se haga con criterio, no político solamente, sino con criterio profesional también.
I.A. Antes de coger las riendas del CAF, usted posee una dilatada y conocida trayectoria como fotoperiodista. Si pudiera ser, nos gustaría poner en perspectiva su carrera en el mundo de la fotografía para que la conozcan nuestros lectores. Comencemos por el principio: ¿Cómo llegó a entrar en contacto con la fotografía? ¿Dónde aprendió su manejo? ¿Cómo era en los años 70 la enseñanza de la fotografía en España?
P.J. Bueno, entré en la fotografía aprendiendo de manera autodidacta con dos amigos en Cádiz, con doce o trece años, mis mejores fotos las hice entonces, la infancia nos domina, nos forma. No había escuelas, no había nada, había que apañárselas con el método de prueba y error. Desde entonces soy un fotógrafo, vitalmente fotógrafo, yo veo por la fotografía, miro fotográficamente.
¿Dónde me encuadré? pues en mi principio a mi me gustaba mucho el Surrealismo, aprendí mirando mucho el Summa Artis en Cádiz, de manera autodidacta me dediqué a estudiarlo. En el Summa Artis, que es un compendio de arte enorme, vi, aprendí… y ahí me dieron ganas de hacer lo que veía. En un principio quería hacer cine, pero me compraron una cámara, una Yashica Minister D, a partir de ahí lo que hice fue aprender a usarla y desarrollarme. Tenía mis líquidos, mi ampliadora, etc. De hecho cuando me detuvo la policía franquista, una de las cosas de las que me acusaron, es de que mi balanza era para la droga -ni en broma-, era para pesar el pirogálico. Bueno, mi pasión siempre ha sido esa y he vivido siempre de esto, me emociona mucho la fotografía, en un principio con un carácter más periodístico, pero siempre mirando lo que hacían los demás, me gustaba lo que veía.
I.A. Usted fue, con su cámara, testigo de primera línea de algunos episodios notables y peculiares de la transición -como la conocida foto de la tortilla que hizo Manuel del Valle con su cámara, que registra un grupo de amigos de pic-nic que luego resultarían personales fundamentales de la política andaluza y española ¿Cómo eran aquellos tiempos de cambio e ilusión? ¿Siguen manteniendo relación con esas personas?
P.J. Pues mira, fueron muy fáciles, aunque mi gente dicen que no, que fue muy difícil. Yo he tenido siempre un sentido simple de la vida, muy vitalista y siempre me parecieron increíbles. Yo empecé en la clandestinidad haciendo un periódico que era ‘El Socialista’. Aunque yo ya no estoy en el PSOE, pero sigo siendo socialista ideológicamente. Allí aprendí, aquellos fueron mis primeros pasos, eran documentales periodísticos, más bien. Luego ya, insistentemente’ me metí en todas las revistas como ‘Posible’, ‘Cambio16’, ‘Gentleman’, algo en ‘Triunfo’. Mi obsesión fue entrar en ‘El País’, porque me parecía que era el medio más importante del momento. En él, estuve colaborando desde el 79; en el 83, monté la delegación de Andalucía en mi estudio. Me he llevado veintitantos años en ‘El País’.
I.A. ¿Montó la delegación del periódico en su estudio...?
Sí. La primera delegación de ‘El País Andalucía’ se hizo en mi estudio, que estaba en la plaza del Pan de Sevilla, en el piso sobre la tienda de Santana Foto. Allí hice muchas campañas de varios partidos: de UCD, hice la campaña del PSOE, donde lo fotografiaba todo. También empecé a colaborar con la Junta de Andalucía, con Plácido Fernández Viagas, que me llamó y me dijo que si quería incorporarme al proceso de Transición. Tuve la suerte de hacer todo el proceso con él. En su coche, y con Rafael Escudero, recorrimos toda Andalucía. Ahí ya lo dejé porque ya aquello se convirtió en más de lo mismo, ya no tenía la impronta de lo nuevo, así que me metí directo en ‘El País’ en el 83. Ya no era lo bonito del principio, cuando llegabas con Plácido y estaba el gobernador junto con otros políticos franquistas… En fin, yo viví la construcción de la autonomía de Andalucía. Fue una época muy bonita para mi, porque aquello me enseñó mucho. Allí todo estaba en movimiento y tuve la suerte de que me llamaran, tuve suerte de ser amigo de Felipe González, de Chaves, son gente que respeto y quiero mucho, que me ayudaron mucho. El mismo Felipe González me dijo que creía que yo no debería estar en política, que debería estar haciendo lo que a mi gusta, que es la fotografía. Decidí dejar la política -desde el partido, pero no de manera personal, sigo siendo una persona con ideas socialistas-. Tuvimos la suerte de ser una generación muy privilegiada, porque a ninguna generación se le encarga que cambie un país, y eso se le encargó a la nuestra.
I.A. Hoy en día, con la popularización del medio, más y más jóvenes buscan un futuro en la fotografía y la competencia es muy alta; especialmente en la rama del fotoperiodismo, que parece haber sufrido más que ninguna este nuevo cambio de paradigma. ¿Qué perspectivas cree que tiene la profesión actualmente?
P.J. Las perspectivas las tendrá que definir la gente nueva que viene. Si observamos nuestro momento, vemos unas expectativas enormemente negativas; Pero si tienes visión de futuro y esperanza, pues seguramente mucha gente sabrá hacerse un sitio. El problema viene de la cantidad de miles de licenciados que salen lanzados al paro cada año -esto me parece una barbaridad como un piano-. Lo que no quita es que el que tenga mucho interés, saldrá adelante; va a tener que luchar a muerte, tendrá que irse fuera y tendrá que hacer las cosas de otra manera. Hoy es muy difícil, hay que tener una voluntad de hierro y hay que cambiar el paradigma de lo que se está haciendo hasta ahora, pero vamos, la gente que de verdad quiera, podrá.
Lo que pasa es que tenemos un concepto educativo absolutamente erróneo, absolutamente equivocado. Malo, muy malo, muy mal hecho. Se alientan unas expectativas enormes. Usted no puede hacer de esto una carrera, usted tiene que hacer de esto una profesión, usted está licenciando a gente que no está preparada, con lo cual lo que hace es crear frustración en el mercado. Están mareando a miles de personas dándoles una preparación sobre algo que no les va a servir. Luego, láncelos a la calle y que allí vuelvan empezar a aprender de nuevo… qué error, es muy grave que se haga esto.
No es un problema de hacer una selección de gente, ni de hacerles sufrir durante la carrera. Es un problema de enseñarles adecuadamente, con una disciplinas apropiadas. Lo que no se puede hacer es que el que vaya ahí, haga esto, estúdiese bien lo que es Sausurre y cuatro tonterías de la semiótica, y ya es un periodista licenciado. Bueno, ¿y qué? ¿qué es lo que hago ahora con esto?
I.A. De fotorreportero a comisario… Usted conoce muchas perspectivas del oficio de fotógrafo. Una de sus más recientes exposiciones comisariadas es la del fotógrafo almeriense José María Mellado, ¿qué puede decirnos de ella, de su razón y planteamiento?
P.J. José María Mellado es un valor internacional, es un hombre que tiene mucho criterio fuera; en España no era conocido. Es un tío que ha pisado fuerte el acelerador y que ha hecho de esa manera una determinada forma de fotografía. Yo eso lo respeto, y como lo respeto y es potente pues lo llevamos para que la gente lo vea. Me parece importante: es un profesor de fotografía, de alguna manera toda la gente nueva ha utilizado sus libros de métodos para aprender cómo hacer las cosas digitalmente. Son libros que los compra la gente con pasión, porque aprendes mucho de la manera que tiene Mellado de editar en digital.
I.A. Ya terminando, si tuviese que hacer una pequeña selección de diez fotógrafos andaluces históricos y actuales que representen la contribución de nuestra comunidad, ¿a quién escogería?
P.J. Yo tengo muy claro a quién cogería: a Carlos Pérez Siquier, Jorge Rueda, Manuel Falces, Gervasio Sánchez, Ricardo Martín, Miguel Ángel Yáñez Polo -aunque tenga un concepto distinto-, y Alberto Galán de UFCA. No solamente son fotógrafos, sino que son gente que vende fotografía.
I.A. E igualmente, ¿podría nombrarnos algunos fotógrafos que en su opinión vayan a señalarse y marcar el camino de la fotografía en tiempos venideros?
P.J. Pues están Txema Salvans, Eduardo Nave, está David Jiménez -que me parece un nombre muy significativo-, Luis Garrido, José Guerrero, Jorge Yeregui, Jesús Marina, Estela de Castro, Pablo Chacón... Son fotógrafos nuevos y con criterio.