Corrían los años sesenta en la España gris y sin libertad de la dictadura, cuando el poeta experimental Julio Campal (Montevideo, 1933) llegó a Madrid. La aparición del uruguayo supuso un fuerte estímulo para el desarrollo de la poesía visual en nuestro país. En 1963 impulsó la creación del grupo `Problemática 63´ donde, entre otros, iniciaría su andadura poética y plástica un jovencísimo Fernando Millán (Jaén, 1944). Tras esta experiencia, Millán participó en 1968 junto a Jokin Díez, Juan Carlos Aberasturi, Enrique Uribe y Jesús García Sánchez en la fundación del `colectivo N.O.’: un referente del arte de vanguardia español, que supo usar de forma consciente el potencial de los medios de masas como formadores de la cultura estética contemporánea. 

Desde aquellos tiempos y hasta la actualidad, el trabajo de Fernando Millán ha sabido combinar acertadamente una fructífera producción estética y teórica. Labores que ha complementado además con proyectos de difusión. Tales como la muestra realizada en 2009 para ARTIUM (Vitoria) `Escrito está´, en la cual, ejerciendo de comisario, reunió a casi 300 autores para una revisión de la poesía experimental desarrollada en España entre 1963 y 1984. Ahora y hasta el 4 de diciembre de 2015, la galería sevillana Weber-Lutgen presenta su exposición `Frágil. Una palabra que vale para cien imágenes´, donde el creador exhibe parte de un proyecto iniciado en 2007.

En origen, el experimento estético comenzado por Millán partió de 100 fotografías macro intervenidas digitalmente, pero en seguida se transformó en algo de mayor envergadura. Hoy la intención es producir 100 pinturas-frágil, 100 objetos-frágil, 100 video acciones-frágil y 100 creaciones sonoras-frágil. Multiplicando las posibilidades ad infinitum.

El espectador expuesto al muestrario de resultados presentes en Weber-Lutgen se sumerge en una experiencia iconoclasta. La palabra frágil se expande a través de cuadros realizados en técnica mixta y acrílico, vídeo-acciones y objetos intervenidos, hasta que el significado de la misma queda diluido. Pues, si todo es frágil, ¿qué no lo es? Esta aparente suspensión del significado, al multiplicarse los referentes, me sugiere una fuerte pulsión de vida, concretada en una sutil invitación al hacer: la vida es frágil y hay que vivirla... Y es que el polifacético Fernando Millán, quien en su radicalidad no diferencia fronteras entre medios o técnicas, usando el dripping, la espátula o el collage según el impulso del momento, quizás sugiera un único hilo conductor en su método de trabajo: el amor a la vida.

Otro hecho relevante de la muestra es la conexión entre obra y biografía del autor. Sus video-acciones se producen en el entorno de la Sierra de Segura, donde el poeta experimental reside, y de alguna forma, a pesar de lo iconoclasta de las acciones recogidas por la cámara, el amor al lugar trasciende. Este hecho se percibe claramente en sus vídeos. En uno de ellos, las letras de la palabra frágil recorren un pequeño canal de agua próximo al molino en que vive el autor. Las letras son llevadas por la corriente, hasta acumularse finalmente en el barro, mismo barro que Fernando Millán habrá de retirar para mantener en funcionamiento la aceña. En otro, el artista recorre lugares de la sierra pintando la palabra frágil por doquier, mientras, sus perros entran y salen de la escena.

Acompañando a la inauguración del pasado 28 de octubre se presentó una conferencia-recital titulada `Frágiles, infraleves y orales´ dedicada a la relación entre su trabajo sonoro, plástico y la acción. Dicha ponencia, en la que se destaca el potencial radical de la oralidad, factor clave de las transformaciones estéticas del siglo XX desde Mallarmé, puede visualizarse on-line en el canal de vimeo de la galería. Con esta muestra Weber-Lutgen continúa afianzando su papel como lugar de referencia del arte experimental y de vanguardia desde la capital andaluza.


*Fotos de portada y cabecera de María AA.