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JOSÉ PIÑAR: “NO EXISTE EL GESTO CIEN POR CIEN AUTOMÁTICO”
por Pamela Medina Publicado el 24 de Noviembre de 2015

`Detrás de la línea, por favor´ es la primera de una serie de exposiciones organizadas por el Centro José Guerrero, donde creadores contemporáneos son invitados a reinterpretar, desde una perspectiva artística y curatorial, la colección del Centro. El artista a cargo de esta sugerente propuesta inaugural, José Piñar (Granada, 1967), habla acerca de dicha experiencia, de su trabajo y de los nuevos desafíos de su carrera; cinco lustros después de celebrar su primera muestra individual, también en su Granada natal.


Pamela Medina. Se puede decir que `Detrás de la línea, por favor´ tiene su origen, conceptualmente hablando, en ese espacio que existe entre el espectador y la obra de arte. ¿Qué rol juega el espectador en su obra? ¿En qué medida condiciona la latente presencia de público, el modo en que concibe una propuesta plástica?

José Piñar. No siempre me ha preocupado el espectador al concebir una exposición mía; pintar cuadros es una labor que puede ser muy autista en ese sentido. El espectador entra en consideración sólo a la hora de imaginar su itinerario por la sala de exposiciones en beneficio de la mejor apreciación de las obras. Sin embargo, siempre he sido un buen observador del público en museos y salas de exposiciones, de sus recorridos, de sus tiempos y distancias, y de su incomprensible desinterés en muchos casos. Esas observaciones han pasado a un plano realmente importante al concebir esta exposición por la propia naturaleza de la misma; es la colección del Centro José Guerrero. Esta exposición, con variaciones, se monta cada año, con lo que se han trazado ya muchas veces líneas de lectura diferentes. Pero, en definitiva, la atención que se le presta podría decaer por la repetición. Yo creo que la dirección del Centro, muy afortunadamente, pensaba en esta posibilidad cuando propuso comenzar esta serie de exposiciones donde se invita a un artista a comisariar la muestra haciéndola dialogar con la propia obra. Mi propuesta va en gran medida por ese camino. La obra de José Guerrero es potente y emocionante y he imaginado al espectador visitando una vez más la colección. Algunas consideraciones que me apetecía hacer sobre el ejercicio de la pintura y la apreciación del arte me han servido a la vez para intentar hacer llamadas de atención, para intentar que ésta no decaiga.

P.M. ¿Podría comentarnos un poco más acerca de esta experiencia como artista-comisario?

J.P. La invitación era un caramelo envenenado, no crea. ¿A quién no le apetece tener a su disposición toda la colección del centro y ese maravilloso edificio para imaginar una exposición donde poner a dialogar vanidosamente la propia obra con la del maestro? Sin embargo tardé poco tiempo en darme cuenta de que era una tarea de la que se puede salir escaldado fácilmente si no se elige la distancia correcta. Me llevó mucho más tiempo decidir en qué lugar debía colocarme yo respecto a la obra de Guerrero y al discurso conceptual que quería añadir a la colección que a realizar físicamente mi aportación. Opté por evitar confrontaciones directas y organicé la exposición aprovechando ese recorrido ascendente por las cuatro plantas del edificio para hacer cuatro instalaciones con cierta entidad propia, con sus llamadas de una a otra y sus reenvíos. El tema principal es la atención menguante del espectador y la espectacularidad creciente de las exposiciones, y quería que mis aportaciones fueran como comentarios al margen que condicionasen en cierta medida la mirada sobre las obras de José Guerrero expuestas, como llamadas a la atención o recordatorios sobre aspectos que la gente podría pasar por alto sobre la experiencia directa frente a la pintura.

P.M. Al hilo de lo anterior y teniendo en cuenta su origen granadino, ¿cómo ha influido en su trayectoria la figura de José Guerrero? ¿En qué punto y de qué manera su trabajo ha recibido el influjo artístico del `amigo negro´?

J.P. Curiosamente, yo no conocí a Guerrero. Hubo compañeros de mi promoción en BBAA que sí. Incluso hicieron talleres con él. Tampoco vi obras suyas mientras estudiaba en la facultad, aunque tuve oportunidad de hacerlo en diversas exposiciones que se hicieron en Granada por entonces, o al menos no tengo recuerdo de haber recibido el impacto de su influencia en aquellos años. Mi formación en la universidad fue, la verdad, penosa. Recuerdo, ya más tarde, empezar a ver los guerreros que tiene la Diputación de Granada en su colección. Que me atrajeran fuertemente era normal ya que en aquella época apreciaba mucho el expresionismo abstracto. Desde un punto de vista formal es fácil ver líneas de conexión; abstracción, cromatismo, etc., pero no me considero parte de una línea argumental que pase necesariamente por la obra de José Guerrero más allá, claro, de que todo artista que no sea un absoluto necio debe comprender que forma parte de un flujo que viene de mucho más atrás. Hacer esta exposición ha creado un vínculo y he aprendido mucho.

P.M. Y desde una perspectiva más general… ¿Cómo cree que la fuerte tradición pictórica que tiene Andalucía influye en el que quehacer de los jóvenes artistas andaluces hoy en día?

J.P. Parece que sí sigue influyendo ya que el número de pintores entre las generaciones más jóvenes es alto. No puedo valorar si esto es debido solamente a la tradición, pero es notorio que esto es así a pesar de que la pintura, para los discursos oficiales del arte contemporáneo, ha muerto ya varias veces a lo largo de las últimas décadas. De todas formas yo lo que veo es una convivencia sana entre los medios tradicionales y las prácticas más recientes y la tecnología. Los artistas jóvenes no se preocupan por usar un medio u otro o mezclarlos. Creo que asumen con naturalidad, como no puede ser de otro modo, que no se es necesariamente más contemporáneo por usar medios más novedosos sino, aunque suene a perogrullada, por comprender qué es lo contemporáneo.



*Primera planta de la exposición `Detrás de la línea, por favor´con obras de la serie `Fosforescencias´ de José Guerrero y el vídeo`Detrás de la línea, por favor II´ (2015) de José Piñar. Foto de Carlos Choín, por cortesía del Centro José Guerrero

P.M. Desde principios de los noventa hasta ahora, se percibe en algunos de sus trabajos una progresiva liberación del gesto. Propuestas más actuales destacan por su expresividad y parecen distanciarse de otras predominantemente geométricas. ¿Cuáles son los motivos de esta transición? ¿Tiene que ver con una mayor predisposición a la experimentación?

J.P. Ni mis obras más supuestamente geométricas del principio eran trazadas con compás y regla, más bien todo lo contrario, ni estás más actuales son arranques expresionistas de gesto liberado. Siempre ha habido un control sobre el discurrir de la mano, o en la decisión de simular geometrías o gestos o no hacerlo. Las diferencias formales entre unas series de cuadros y otros, incluso a lo largo de las décadas, son resultado de un mismo impulso. Ahora mismo estoy preparando una exposición donde hay, a partes iguales, cuadros de gesto informal y cuadros de línea geométrica. La idea es confrontarlos y forzar un poco la atención del espectador ya que ni el gesto es tan espontáneo ni las líneas tan rígidas.

P.M. Si bien la pintura se mantiene inalterable como su principal medio plástico, en `Detrás de la línea, por favor` complementa el discurso expositivo con dos videos. ¿Qué nos puede comentar acerca de esta incorporación? ¿Es una decisión inherente a esta muestra o abre con ella un nuevo campo de exploración artística en su trayectoria?

J.P. Los dos videos los he hecho específicamente para esta exposición porque servían perfectamente al concepto y las necesidades de articulación de la muestra. Pero para mí no es nuevo o extraño el uso del video. Estudié varios años de fotografía en la facultad y he hecho talleres específicos de video. Controlo el proceso de rodaje o iluminación, de edición y hasta de codificación, y he colaborado con otros artistas con bandas sonoras. Lo que pasa es que las cosas que he hecho son impulsos que he seguido por curiosidad, sin coherencia y sin mucha relación con mi trabajo con la pintura. Hace unos años me invitaron a una exposición en Atenas. El galerista, un buen amigo convencido de que esa relación sí existe, se empeñó en mostrar solo videos y algunos dibujos. Accedí y él se quedó muy contento, pero era un despropósito. Había una “machinima” filmada en Second Life a la que incluso le hice la música. Otro era una toma fija de una calle de Berlín con la torre de la televisión de Alexanderplatz al fondo de una hora de duración mientras caía la tarde, en plan Warhol. Había también un bucle de dos pantallas con una pareja en un coche en marcha que se desincronizaba y volvía a sincronizar eternamente, y otro video de dos pantallas con otra pareja que visitaba un estudio lleno de cuadros. Curiosamente, este último video, de 2006, es el germen del que ahora, debidamente reposado, rodado y refinado para la ocasión, se puede ver en la primera planta del Centro Guerrero. Ni tengo planes de adentrarme más en este medio ni dejo de tenerlos. Si se presenta de nuevo un proyecto donde encaje trabajar en video lo haré, y también seguiré haciendo cosas por pura curiosidad sin intención alguna de mostrarlas, que eso es muy sano.

P.M. A propósito de la técnica, ¿qué características encuentra en la pintura que la hacen el medio de expresión idóneo para usted?

J.P. Es lo que mejor sé hacer. Y no me refiero solo a que sea ésta, de entre las técnicas artísticas, la que mejor domino. Simplemente, es lo que mejor sé hacer en la vida. Una vez leí una de estas citas de un intelectual, de cuyo nombre no me acuerdo ahora, que decía que una persona afortunada conseguía dedicarse, si acaso y con mucha suerte, a la segunda cosa que mejor se le da. Yo soy, entonces, más que afortunado. Y para mí, en mi caso muy particular y concreto, la pintura  ni siquiera es un medio de expresión, imagínese.



*Instalación `Grandes éxitos´ (2015). Foto de Carlos Choín, por cortesía del Centro José Guerrero

P.M. Tanto en su actual exposición como en otras anteriores, se reconocen ciertos razonamientos o motivaciones externas que guían el desarrollo plástico. ¿Cómo es este proceso de reflexión que acompaña la mano? ¿Qué ocurre primero?

Siempre empieza con la reflexión. Incluso si decides que vas a ensuciar una tela blanca sin pensar con un gesto automático o un chorreón, antes has tenido que tomar la decisión de que eso es lo que vas a hacer. Además, no existe el gesto cien por cien automático. Existen el azar o las reglas matemáticas o geométricas, pero usarlas supone también una decisión previa. Desde hace unos años he estado haciendo cuadros con un aire más gestual que, efectivamente, surgen de una intención de forzar el camino de la improvisación. Pero es más bien un toma y daca entre lo que la repentización propone y la necesaria reflexión posterior. Que sean improvisaciones no significa necesariamente que sean cuadros pintados rápidamente. Ante la pintura hay que ser muy humilde; uno propone y el cuadro, normalmente, responde con soluciones más interesantes. En ese juego encuentro caminos para seguir haciendo lo que en el fondo he hecho siempre; auto imponerme ciertas reglas de juego y navegar en busca de esa emoción inherente a la pintura. Busco ese punto dulce en que la práctica de ciertos resortes o reglas del juego premeditadas rompen tus propias expectativas y en un cierto momento hacen que la pintura llegue a un lugar donde se hace visible algo a lo que no aspirabas a llegar. En mi opinión, la cualidad intrínseca de una buena pintura no está en ser geométrica o gestual, abstracta o figurativa, cromática o monocroma, ni en ninguna otra dicotomía que se quiera hacer. Todas estas cosas suenan muy pretenciosas cuando se ponen en palabras, pero es que esto no va de palabras.

P.M. Su primera muestra individual tuvo lugar, hace veinticinco años, en el Palacio de los Condes de Gabia de Granada. ¿Cómo cree que ha evolucionado la situación del arte contemporáneo en su ciudad natal desde entonces?

J.P. En 1990, hace veinticinco años, había una confluencia de factores que propiciaron que comenzara una época dorada para el arte contemporáneo en Granada. Empezaron a salir las primeras promociones de artistas en ciernes de la facultad de Bellas Artes y, un poco antes, empezaron también a dar fruto las actuaciones de la Diputación en varios frentes; las exposiciones de calidad en la sala Alta del Palacio de los Condes de Gabia y el apoyo a los artistas jóvenes con las exposiciones en la sala Baja del mismo Palacio de los Condes de Gabia y las becas Rivera. También fue un momento en el que florecieron las ayudas y salas de exposiciones a nivel andaluz y en el resto del país, así que los artistas de aquí empezamos a exponer fuera. La Galería Palace se reconvirtió en Sandunga y aglutinó a toda una generación de artistas formados en la facultad de Granada y les dio visibilidad.

Actualmente se da una confluencia de factores también, pero no precisamente propicios. Sandunga cerró, como muchas otras galerías de fuera que acogían a los artistas de aquí, y muchas ayudas y becas para jóvenes se acabaron. La Diputación sigue haciendo su trabajo y el Centro José Guerrero es un referente aún, pero a lo largo de estos veinticinco años no se ha conseguido crear un tejido cultural afín a lo contemporáneo ni coleccionismo. La crisis ha sacado lo peor de la ciudad y no quiero ni pensar cómo pueden los artistas más jóvenes hacerse visibles ahora. Por supuesto que hay una efervescencia cultural a otros niveles. Hay proyectos colaborativos donde se plasma la filosofía del háztelo tú mismo y de la resistencia cultural, pero es difícil que esos esfuerzos pasen a un nivel profesional.

P.M. Para terminar, ¿puede adelantarnos algo de sus próximos proyectos?

J.P. Pues en diciembre inauguro una exposición individual en La Caja China, en Sevilla. Y hay alguna colectiva, en Fernando Pradilla, en Madrid, por ejemplo, también en diciembre.

 

*Planta mirador del Centro José Guerrero. Al fondo, parte de la instalación de José Piñar `La brecha III´(2015). Foto de Carlos Choín, por cortesía del Centro José Guerrero

PRESENTE CONTINUO - Sevilla (España) - 2015 - ISSN 2444-5231
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