Fernando Roldán es el propietario de la galería sevillana Cavecanem, un espacio que cumple este mes de abril 23 años de trayectoria. Con motivo de su aniversario, Fernando nos cita para conversar sobre proyectos de pasado, presente y futuro.
Aurora Muñoz. Cavecanem nace de las crisis de los noventa y tiene su culmen entre los años 2002 y 2003. Es, de algún modo, un periodo parecido al que actualmente estamos viviendo. ¿Qué similitudes y diferencias contempla en ambas épocas?
Fernando Roldán. Aquello era una crisis de verdad. Nos despertamos siendo una ciudad muy rica y nos acostamos siendo una muy pobre. Actualmente nos encontramos en el final de ese ciclo, estamos en un proceso de cambio social, y por tanto, también artístico.
A.M. ¿Qué sentimientos le provoca observar actualmente artistas posicionados que formaron parte de sus primeras apuestas como Dionisio González, Cristina Lama, Nuria Carrasco o Tete Álvarez? ¿Cómo cree que han evolucionado los artistas de entonces?
F.R. Para mí es un enorme placer y honor que el 80% de aquellos artistas, que aún no tenían definida su carrera, estén posicionados. Siento muchísima alegría porque la mayoría, además de buenos artistas son buenas personas.
A.M. Para iniciar cualquier proyecto es fundamental establecer una meta, marcar unos objetivos que se llevarán a cabo con una línea de trabajo determinada. ¿Cuáles han sido los propósitos fijados para la nueva puesta en marcha de Cavecanem? ¿Bajo qué ideales se ha estructurado?
F.R. La primera meta: empezar con sentido importante de la humildad. Aguantar el posicionamiento era un reto, ver cómo me he enfrentado ante esta situación. Esto me ayuda a formalizar mis convicciones y crear metas próximas bajo unos parámetros similares a los del año 92. Ahora mismo es una galería experimental, no joven como antes. Ahora tengo más conocimiento. Voy a seguir con artistas noveles, con fundamentos en el “galerismo”. Y por supuesto exponer artistas reconocidos, que son los que le dan importancia a los nuevos. Tras el cambio de local me sigo sintiendo muy claro en la línea que quiero seguir. Nuevos valores y nuevas tendencias.
A.M. Entre sus intenciones siempre ha estado promover el coleccionismo. ¿Qué piensa sobre el coleccionismo en la ciudad? ¿Y fuera de ésta?
F.R. El coleccionismo es fundamental. Es el último eslabón de todo el sistema del arte actual, del mercado del arte. En realidad es el que marca las tendencias en el arte. En Sevilla los coleccionistas se pueden contar con los dedos de una mano, se da poco.
Hay un nuevo coleccionismo joven que empieza a comprar poco a poco, con muchas facilidades, debido a un modo de financiación más cómodo. La galería crea una estrategia de financiación para poder pagar la obra. Es importante crear relaciones con empresas privadas, crear marcos de colaboración, lo que daría lugar al coleccionismo de empresa. Eso es un objetivo que tiene marcado esta galería. Fuera de la ciudad es donde está el coleccionismo. Este tema daría para hablar muchísimo más. A partir de ARCO se crea un coleccionismo en España, concretamente en Madrid. Las fórmulas que se utilizaron para la creación del tejido artístico y comercial son fundamentales. ¿Por qué es fundamental? Porque vivimos en una época capitalista. Ahora mismo es el mercado el escaparate donde se sitúan los artistas. Cuyo final es el que paga, el que compra, según la ley de la oferta y la demanda. A quien más se le compre, más currículum, más exposiciones y mejor posicionado estará.
A.M. ¿Qué piensa sobre el papel que desempeñan las instituciones en la actualidad?
F.R. El papel que deberían desempeñar sería adquirir responsabilidad sobre el arte. Éste debe ser subvencionado, apoyado. Tienen la obligación de crear una infraestructura donde se pueda crear este tejido artístico, es decir: críticos, transporte, marquetería, tiendas de cuadros, pintura, seguros, locales, ferias, etc. Si no saben hacerlo que busquen la manera de ejercer su obligación; proteger al arte de criterios arbitrarios y nada justos para que no acabe derrumbándose.
A.M. ¿Qué nos podría contar sobre su etapa intermedia como director del Centro de las Artes de Sevilla en el año 2006?
F.R. Constatar que las instituciones no solamente no asumen esa responsabilidad, sino que no pueden porque no saben. Tienen a políticos metidos en el sector artístico, no a profesionales del arte. La palabra comisario no sabían lo que era. Tienen a “políticos de despacho” fieles al partido que ni saben, ni pueden, ni quieren. No están capacitados. Del CAS me siento muy orgulloso. Puse un proyecto en pie en contra de mis propios jefes y sin presupuesto mediante unos acuerdos con empresas privadas que subvencionaban las exposiciones. A la tercera fue la vencida y aún se mantiene firme gracias al apoyo inestimable de Isabel Blanco (Directora de Escenarios de Sevilla). Entre nosotros logramos una dinámica basada en la danza contemporánea y en las artes plásticas. Se hicieron durante tres años exposiciones y muchísimas actividades.
*Fernando Roldán junto a su asistenta Carlota en la nueva sede de la galería.
A.M. ¿Considera de importancia la presencia de una galería en las Ferias de arte? ¿Qué relevancia tienen en el mercado del arte?
F.R. Son fundamentales porque ofrecen cuatro actividades claves y que son de interés en esta galería: exposición, proyección, difusión y venta. Salir de Sevilla y relacionarte con todo el mundo, competir con tus artistas. Llevo años diciendo que de las cosas más hermosas que puede ofrecer una galería de arte es poder disfrutar de los estudios de los artistas y cenar con los coleccionistas. Son gente muy culta y deseosas de que les cuentes detalles, la vida de los artistas.
A.M. Para concluir, ¿qué visión tiene sobre el panorama de la ciudad y de la gente de antes y de ahora del mundo artístico?
F.R: No ha variado mucho. Lo que he visto de progresión ha sido la labor que han hecho gente como Fernando Martín o Joaquín Álvarez, ambos profesores titulares del departamento de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla. Promovían en sus clases la asistencias a las galerías. Ahora muchas personas casadas, con hijos, con casa, van a las galerías a comprar el cuadro que quieren poner encima del sofá, ya no van al Corte Inglés. Ahí se ha ganado algo muy importante. Eso es infraestructura, es lo principal, y crea un efecto esencial, ya que le quitas ese respeto excesivo que se le tiene a una galería. Tienes una cercanía con la obra y adquieres el hábito de ir a ver exposiciones o la responsabilidad de adquirir una pieza.
¿Quién no tiene un cuadro en casa? Ves tus posibilidades económicas, te asesoras como cuando te vas a comprar un coche. Ahora puedes ir a una galería y comprar una lámina pagando una cantidad cada mes con un plan de pago sin necesidad de que te cree un trauma en tu cuenta corriente.
No sé si son coleccionistas, pero son compradores. Esta gente hace mejor labor que muchas instituciones con todo su dinero. Si no haces nada por el bien de tu ciudad, apaga y vámonos.
*Foto izq: Carbonera de la Plaza de San Leandro. Sevilla, 1982 (detalle). Foto dcha: Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla (detalle). Ambas de la exposición de Atín Aya.