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LOUISE BOURGEOIS, LA HONDURA ARTÍSTICA COMO PULSIÓN VITAL
por Alberto Arenillas Publicado el 29 de Junio de 2015

LOUISE BOURGEOIS > Louise Bourgeois. He estado en el infierno y he vuelto
Comisaria > Iris Müller-Westermann
 
Museo Picasso - Málaga
Hasta el 27 de septiembre de 2015

      

Por fortuna, existen tantos tipos de personas que incluso es tarea imposible catalogarse a sí mismo. Entre toda la fauna humana, hay seres que eligen lo que quieren ser y otros que simplemente son. Personalidades cuyo filtro sensible otorga toda la relevancia a lo vivido, con sus aspectos amables y sus aspectos oscuros. Los que además tienen como necesidad expresar de frente, sin tapujos, las causas de sus fisuras personales y mostrar a las claras las cicatrices psicológicas ocasionadas; que obedecen a necesidades vitales, y que, como es caso paradigmático Louise Bourgeois (París, 1911 - Nueva York, 2010), no entienden su vida sin la expresión artística, ni su obra sin su biografía. Arte y vida como elementos indisociables, como si fueran la misma cosa.
 
La exposición retrospectiva `Louise Bourgeois. He estado en el infierno y he vuelto´ que alberga el Museo Picasso Málaga, viene a argumentar esta posición incondicional de la autora en tanto que persona creadora. Bajo el comisariado de Iris Müller-Westermann y la organización del Moderna Museet de Estocolmo, donde estuvo entre febrero y mayo de este mismo año, la muestra se constituye como evento principal de la temporada para el centro malagueño. Ante la profundidad y complejidad del trabajo de la artista francesa, un aspecto a destacar en relación a lo que suele o debe acompañar a un evento de esta magnitud, es sin duda el esfuerzo y empeño por parte de la institución en dotar complementariamente a los distintos públicos con actividades educativas que ayudasen al acercamiento, comprensión, divulgación y difusión de una figura principal del arte de nuestro tiempo, y aún así enigmática, profunda y relativamente poco vendible.
 
El espacio expositivo se vertebra mediante nueve ámbitos temáticos que -como sendos impulsos creativos- intentan clasificar de alguna manera la extensa obra de la artista a lo largo de siete décadas. Es la “madre” de todas las arañas del arte contemporáneo la que se encarga de recibir al visitante. La obra `Araña´ (1996), invasora del patio central del museo, pasa por ser una de las imágenes más reconocibles y al mismo tiempo suaves de su producción, metáfora de su madre -infatigable tejedora y trabajadora del hogar- y de sí misma -manufacturando desde sus adentros-. Continuando con lo autobiográfico, el comienzo de la muestra denota el primer cambio importante que afronta como persona y creadora, su marcha de Francia con destino a Estados Unidos en 1938. En una sala inicial dedicada a uno de sus elementos capitales como artista, el dibujo, se exhibe `La Fugitiva´ (1938) dando título a la sección y reflejando casi como una visionaria el alcance de esta “huida”. Ya en la segunda sala se hace patente su decisivo viraje hacia la escultura, aquí para exorcizar sus anhelos familiares o de amistades y su querencia por su país de origen. La resultante sensación de soledad se palpa casi en la cruda verticalidad de `Mujer con paquetes´ y `Pilar´ ambas de 1949, donde ya se ponen de manifiesto dos colores muy importantes en su producción: el azul, como evasión o paz, y el blanco como signo de volver a empezar.
 
Precisamente, su biografía otorga un valor añadido a su retrospectiva en el museo malagueño dedicado a Picasso -con el que pueden establecerse ciertos paralelismos en cuanto a ser referentes creativos en el “exilio”, verdaderos innovadores del arte de su tiempo-, ya que de cierta manera, este artista universal nacido en Málaga fue circunstancialmente clave para la trayectoria de Bourgeois. No en vano, su futuro marido se acercó un día por la galería que ella montó en el mismo espacio del negocio familiar dedicado a la restauración y venta de tapices y antigüedades, con el objetivo de adquirir unos grabados de Picasso. La procedencia estadounidense de él hizo que poco después, en 1938 y ante la amenaza nazi, decidieran trasladarse a Nueva York, donde ella comenzó a canalizar hacia el arte sus sentimientos y recuerdos, y de donde ya no se movería más.
 
En toda esta biografía, se debe resaltar un hecho trascendental, y es que Louise Bourgeois inició la terapia del psicoanálisis en 1951, tras fallecer su padre -habiendo muerto su madre casi 20 años antes-. Parece como si este tratamiento, que no abandonó hasta 1985, le permitiera finalmente “ser” la artista que por aquél entonces se encontraba en una etapa inicial de su dilatada carrera. Dicha metodología psíquica le llevó a potenciar su honda y palpitante expresividad, a través de la recuperación de los recuerdos de la infancia y la superación o transformación de sus grietas y traumas emocionales. Posiblemente, este asunto particular marcó su ansia por mostrar sus pulsiones internas mediante imágenes sin depurar que, psicoanalizadas, le urgían a la autora convertirlas en gestos corpóreos contundentes. Todo ello se plasma en obras como `Jano en flor´ (1968) que mediante el imaginario sexual da testimonio de la polaridad y ambivalencia que vendría a caracterizar su trabajo en esas décadas, deliberadamente metamórfico, pero siempre preciso y certero.
 
Es por ello que en la sociedad actual, la pretendida del “bienestar” -si es que el término también incluye la realidad-, la del miedo al miedo, al afecto sincero y también al dolor profundo, son necesarios estos ejemplos de creadores que se atrevan, lo que al fin y al cabo debería ser una parte muy importante del papel del arte en la sociedad. Una sociedad que no lo olvidemos, tiende a estereotipar artistas, que enfoca una imagen de ellos para encasillarlos -algo de esto le sonaría a Bourgeois- y poder crear un producto, algo que se antoja imposible para una artista inclasificable, que recurre a todos los materiales y todas las formas para mediante una lógica totalmente subjetiva, configurar un lenguaje artístico y estético osado, personal y autobiográfico.
 
Ya en la parte final de la exposición -justo en la transición entre las salas 7-8 y la 9, nombrada precisamente “equilibrio”- se exhibe la obra que ha resultado dar el título a la muestra y que curiosamente en un principio no tenía enunciado como tal. `Sin título (He estado en el infierno y he vuelto)´ (1996) es un paño bordado, al cual han decidido extirpar la coletilla redentora que redondea la frase -una de tantas elocuencias de la autora- y que concluye «y permítanme decirles que fue maravilloso». Habría poco más que añadir a esta oración tan compleja y tan completa a la vez. Quizás solo celebrar que la vuelta de ese infierno o la llegada de un estado propio de esa edad, en el que la artista gozaba de la suficiente perspectiva y lucidez de ideas, tuviera un papel decisivo en la cuantiosa producción de los últimos años de Bourgeois, tan importante para comprender la hondura de su trabajo artístico, tras toda una vida dedicada a ello.

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PRESENTE CONTINUO - Sevilla (España) - 2015 - ISSN 2444-5231
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