FEDERICO GUZMÁN > Tuiza. Las culturas de la jaima
MNCARS. Palacio de Cristal - Madrid
Hasta el 30 de agosto de 2015
El exotismo de las culturas más allá de las fronteras europeas es un fuerte atractivo para la inspiración artística, especialmente con el Romanticismo, que tomó como territorio del arte oriental el norte de África y la península hispánica. Bajo esa visión decimonónica, las que para los europeos eran nuevas premisas culturales de estos pueblos se traducían en un llamativo colorido de sensuales formas que invocaban todo un mundo de ensoñación y fantasía. El desconocimiento de estas otras culturas fue disminuyendo y el interés por una aproximación real a sus bases ideológicas fue encontrando respuesta en un arte que ha mantenido, sin embargo, la dimensión exótica de sus signos culturales, abandonando pocas veces una mirada postcolonial de falso paternalismo y sobreentendida superioridad. Precisamente todo lo contrario busca Federico Guzmán (Sevilla, 1964) que se introduce en la realidad de estos pueblos sin enfrentarse a la otredad, sino intentando comprender lo diferente e integrando los vestigios que restan de la asimilación de su concepción de estos pueblos en su producción artística.
`Tuiza. Las culturas de la jaima´ constituye el paradigma de la dimensión y el compromiso social que Guzmán defiende en sus obras. Se trata de una instalación que interviene el luminoso interior del Palacio de Cristal, uno de los monumentos históricos más célebres de Madrid reconvertido en sala de exposición dependiente del Museo Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) y con el que se crea un interesante diálogo espacial. En el interior de la estructura acristalada se dispone una jaima, la tienda de los pueblos nómadas expuestos a climas extremos como el Sahel, que adquiere una simbología propia en relación al hogar, al refugio y a la fuente de vida. Pero su construcción y montaje, en colaboración con las arquitectas Charo Escobar y Maripi Rodríguez, no es ni el principio ni el fin de la obra que Guzmán propone.
El artista lleva años inmerso en la cultura saharaui con la que ha convivido y compartido experiencias vitales, conformando un sustrato simbólico e ideológico que sin duda incide en su labor creativa. En este caso los testigos de esta relación se revelan en el propio título, tuiza, vocablo hassaní que hace referencia al acto de reunión y participación para la construcción de un bien común, aplicable a la creación de esta gran tienda. La jaima ha sido confeccionada gracias a la ayuda de las mujeres del campamento de Bojador, cuya presencia se traduce en la lona del techo elaborada a base de melhfas, las vestimentas tradicionales femeninas del pueblo saharaui. La cooperación de la comunidad con un fin creativo, como es este caso, encuentra otros aliados como la artista Robin Kahn que en la dOCUMENTA (13) realizó la instalación interactiva `The Art of Saharui Cooking´ (2012), un evento que suponía una invitación a conocer directamente la realidad de esta sociedad. Su colaboración con el pueblo es el principio, pero el desarrollo y el fin de la obra se encuentran en el conjunto de actividades a las que da pie. Como un pretexto cercano a las propuestas de estética relacional, el valor de la jaima reside en su formato participativo.
Conciertos, recitales, conferencias, ceremonias del té… son algunos de los actos que se celebran en diferentes días de la semana en la duración completa de la exposición. Estas actividades abiertas libremente al público, logran crear una comunidad unida bajo valores inmateriales que subrayan por encima de los presupuestos artísticos, la dimensión social y antropológica que se encuentra en la intencionalidad del artista. A esta responde igualmente la invocación de la artesanía y el sustrato tradicional de las culturas que constituyen los signos distintivos de cada pueblo, cada vez más amenazados por una sociedad de masas que tiende a la globalización, destruyendo la riqueza de las distintas culturas por su diversidad y potenciando el individualismo egoísta frente a la comunidad colectiva. Se advierte de esta forma el fuerte compromiso social de esta intervención de Federico Guzmán que le sirve como denuncia política y cultural con el objetivo de concienciarnos sobre el riesgo que corremos, y específicamente el peligro que amenaza el pueblo saharaui, demostrando de paso que el papel activo que el arte ha tenido siempre se mantiene hoy en día en plena vigencia. La involucración del artista le lleva desde hace años a colaborar con diferentes organizaciones y eventos vinculados al Sahara Occidental y a sus artistas, como el Festival de Arte y Derechos Humanos del Sáhara Occidental o ARTifariti, esta última creada por la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Sevilla, cuyos proyectos reúnen a artistas de todo el mundo con el fin de revitalizar esta subyugada región mediante el arte.
La intencionalidad del artista materializada en esta exposición sirve además de prolongación de una de las líneas defendidas por el MNCARS, la visión postcolonial de antiguos territorios relacionados histórica y culturalmente con la Península, entre los que destaca especialmente Latinoamérica. Dentro del marco del antiguo colonialismo y en busca de una nueva conexión entre estos países y España a través del arte contemporáneo, el MNCARS propone toda una serie de actividades destinadas a su reivindicación y estudio. Desde exposiciones como `Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina´ (2012-2013) o `La escritura desbordada: poesía experimental española y latinoamericana, 1962-1982’ (2012) y seminarios como `Colonialismo interno y ciudadanías del sur´ (2014), al programa de investigación `Península. Procesos coloniales y prácticas artísticas y curatoriales´ el Reina Sofía plantea toda una línea de trabajo en la que la instalación de Federico Guzmán encaja a la perfección.
En definitiva, toda la obra es una tuiza. Al artista se debe el concepto, la iniciativa, al propio pueblo saharaui la elaboración de la jaima y al público al que se expone, la creación de un ambiente que concluye la obra gracias al conjunto de actividades de las que es escenario. Nada podemos solos, pero juntos todo es posible.