Cineasta con una formación asentada en la arquitectura y el urbanismo, y encuadrado dentro del movimiento cultural de corte transgresor que se dió durante la transición, Bollaín puede ser considerado un activista cinematográfico. Sus documentales, cortometrajes y largometrajes tienen una visible inspiración surrealista, utiliza la sátira para realizar crítica social, muy focalizada en la idiosincrasia de lo sevillano. La arquitectura funciona para él como un vector a través del cual se articula dicha crítica, al tiempo que señala posibilidades y formas de progreso y utopía.