MANUEL ANTONIO DOMÍNGUEZ > Piso de soltero
Galería Yusto/Giner - Marbella, Málaga
Hasta el 21 de Noviembre de 2014
Vivimos rodeados de imposiciones, de consignas, de clichés y lo más preocupante es que ni siquiera los cuestionamos. Decidimos someternos a ellos, tal y como hicieron nuestros padres y los padres de nuestros padres. Para Manuel Antonio Domínguez (Villablanca, Huelva. 1976), el hombre es prisionero de su propia creación social. El varón fuerte, atlético y valiente que tras siglos de autoproclamar su superioridad jerárquica frente a la mujer, ahora se siente incapaz de evolucionar hacia otras metas, incapaz de superar los estándares que él mismo ha construido en torno a su masculinidad.
Es por ello que, con esta muestra, el artista nos invita a pensar en la crisis de la identidad masculina a partir del lugar donde mejor se refleja la intimidad de la persona: el “hogar”. La vivienda posee, desde tiempos prehistóricos, unas connotaciones indiscutiblemente arraigadas a la vida en pareja heterosexual y a la creación de una familia. De esta forma, el hombre está condicionado desde su nacimiento a alcanzar unos objetivos sociales que coartan en gran medida su capacidad de decisión, principalmente en relación a su propia sexualidad. Así, la casa se convierte en sinónimo de prisión para el artista. Un entorno hostil cuyos muros parecen aguardar la llegada definitiva de la mujer, como si una realidad alternativa fuera inadmisible.
A través de un estilo preciosista y delicado mediante la fusión exquisita del dibujo y el collage, Manuel Antonio Domínguez es capaz de representar a la vez belleza y repulsión. El primor con el que trata los cuerpos no le impide lidiar con la monstruosidad de las vísceras y deformidades que son la encarnación de sus sentimientos más sombríos. Todo confluye en una pintura cargada de símbolos que aluden al surrealismo de principios del siglo XX: objetos punzantes, hirientes y pegajosos, cordeles que sirven de unión con el entorno pero a la vez son la atadura que impide la autonomía del individuo. Metáforas pictóricas que hablan de los frágiles andamiajes sobre los que armamos nuestra realidad y hacen tambalear los cánones en los que hemos confiado firmemente desde hace mucho.
Sin embargo, todo este estudio parece llevar al artista a la conclusión de que un cambio es viable, que es posible derrotar las exigencias ancladas en el pasado y que poco tienen ya que decir en la actualidad. La personificación de este éxito será la figura del “soltero”, el triunfador capaz de construir su propia identidad, el que elige vivir su vida despojándose de compromisos absurdos. Así, la casa – su casa – se convierte irremediablemente en el reflejo de esa victoria. Un espacio rodeado de sus cosas, objetos que hablan de él, de su mundo, de su persona.