LUIS GORDILLO - EDUARDO ARROYO - EQUIPO CRÓNICA
EQUIPO REALIDAD > Reflejos del POP / POP TOPS
Museo Carmen Thyssen - Málaga
Hasta el 4 de septiembre 2016
Si atendemos al imperativo que lanzaba Concha Velasco en 1965: «Búscate una chica yeyé, que tenga mucho ritmo y que cante en inglés», resulta fácil encontrar las claves que definen el movimiento Pop en España. Para empezar, la influencia de Warhol y Lichtenstein se coló en la península gracias a la música -precisamente- yeyé. Esta es, según el DRAE, un tipo de música juvenil que se puso de moda en 1960. Y dicho sea de paso, tal palabra proviene del americanismo yeah yeah, estribillo frecuente en las canciones pop. Si lo mezclamos todo, el resultado es una explosión de cubiertas de discos, revistas, carteles y demás piezas de consumo de masas que giran en torno a la cultura popular. Los tonos estridentes, las formas psicodélicas y las fuentes tipográficas redondeadas podrían representar la encarnación de un estilo con «el pelo alborotado y las medias de color».
Pero por otro lado, en España el movimiento pop se desarrolló a su manera. Y al igual que Velasco insinuaba con ironía (y despecho) que ella no era una chica yeyé convencional, esta tendencia adquirió su sello ibérico en el proceso de importación. De ello da muestra la primera parte del recorrido: ‘POP TOPS’, que sirve como antesala de ‘Reflejos del Pop’. Esta presentación sitúa al visitante en un contexto histórico a través de objetos que comparten diseños similares, y que dieron una rápida difusión al arte pop en discos de grupos como Los brincos, The Beatles o Los Pekenikes. Tal y como explican las extensas cartelas -que ejercen un papel casi pedagógico más que informativo-, las portadas de grupos extranjeros eran rediseñadas en nuestro país. De este modo, fueron ilustradores, diseñadores y fotógrafos como José Bort, Cañizares, América Sánchez o Alberto Schommer los primeros en dar a conocer una corriente que surgió una década antes en los países anglosajones. Entre las obras expuestas se encuentra el cartel de la película ‘Un, dos, tres… al escondite inglés’, de Iván Zulueta, quien además de su conocida faceta como cineasta también cultivó otras disciplinas, como la música o el diseño.
Una vez dejada atrás esta colección exhaustiva (tanto por la gran cantidad de material concentrado como por la atención que requiere), la segunda parte del recorrido se presenta más distendida. En primer lugar encontramos piezas de Luis Gordillo (Sevilla, 1934) y Eduardo Arroyo (Madrid, 1937). Una de las principales diferencias entre uno y otro es la temática: mientras el primero prefiere no abordar temas comprometidos, el segundo desarrolla un discurso crítico con la sociedad y la dictadura franquista. Entre las obras de Gordillo cabe resaltar ‘Bañista plein soleil’ (1971), o la serie de cabezas: ‘Cabeza con franjas’, ‘Cabeza roja’, ‘Mano en ojo’, y ‘Gran cabeza’, realizadas entre 1964 y 1965. Las tonalidades pastel y las formas caprichosas dan muestra de la búsqueda estética del autor, cuyas composiciones se inspiran en imágenes de los medios de comunicación de masas. El estilo de Gordillo estará marcado principalmente por su interés en el psicoanálisis, el cine y la música, que le llevarán a experimentar la abstracción en sus siguientes etapas artísticas, donde evoluciona hacia lenguajes simbólicos o narrativos.
Por otra parte, Eduardo Arroyo utiliza imágenes publicitarias dispuestas a modo de collage como trabajo previo, que posteriormente traslada al lienzo en ‘La forza del destino: Kid Chocolate’ (1972). También destaca la obra ‘Diferentes tipos de bigote reaccionario español o varios aspectos del Sindicato de Actividades Diversas’ (1970), donde es evidente el sarcasmo que el artista emplea contra los valores y normas del régimen.
Al final del recorrido se encuentran algunos trabajos de Equipo Crónica (1964-1981) y Equipo Realidad (1965-1976). Este último, integrado por Joan Cardells y Jordi Ballester, plasma en sus obras un inconformismo con el cambio hacia una vida moderna impuesta desde fuera y que supone la reiteración de viejas tradiciones disfrazadas, como la figura de la mujer ama de casa en ‘Anunciación’ (1966-1967), donde Super Man visita a una joven con delantal para traerle un detergente que la llena de júbilo. Así pues, la ironía es una de las características principales del grupo, que utiliza imágenes de la propia cultura contemporánea para desmitificarla. Además, la decisión de esconder la identidad de los autores tras la firma colectiva responde a la necesidad de eliminar la mirada subjetiva que se genera al relacionar una obra con el nombre de su creador.
El Equipo Crónica por su parte -formado por Rafael Solbes, Manolo Valdés y Joan Antoni Toledo-, sigue una dinámica parecida, situando elementos de la sociedad moderna americana junto a iconos clásicos de la cultura española. Esto puede apreciarse en ‘La alfombra mágica’ (1969), donde mediante la inserción de una lavadora, un televisor y otros objetos de clara procedencia estadounidense el colectivo reinterpreta la obra de Dalí popularmente conocida como “Los tigres”. La referencia a la cultura americana es una constante, además de la pintura plana y el uso de imágenes publicitarias, cinematográficas o procedentes del cómic.
Tal y como sugiere el título ‘Reflejos del Pop’ la exposición es una leve muestra de esta tendencia poco conocida en nuestro país, y que se dio de forma particular por diversas circunstancias históricas. Entre ellas, la censura franquista impuso su resistencia por mantener las tradiciones lejos de la “amenaza” cultural externa. Pese a ello, gracias al torrente que supuso el arte Pop, se abrieron pequeñas vías que permitieron alimentar posteriores movimientos que darían lugar a una mayor eclosión tras la dictadura. Si bien es cierto que quizá por el espacio insuficiente concedido en el museo, la selección se antoja poco representativa, dando como resultado una sencilla invitación a buscar las huellas difusas de la España yeyé.