Martes, 19 Marzo 2024
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EDUARDO D`ACOSTA, ESTO NO ES UNA ESTATUA
por Ismael Ábrego Publicado el 20 de Noviembre de 2015

EDUARDO D`ACOSTA > Idea, copia y reproducción

Galería Birimbao - Sevilla
Hasta el 5 de Diciembre de 2015


Hay una imagen icónica de René Magritte, de la que se puede decir que abre toda una nueva etapa en la historia del arte contemporáneo, me refiero a su obra ‘La traición de las imágenes’ (1929) o más conocida como ’Ceci n`est pas une pipe’, en efecto aquello no era una pipa, sino la pintura de una pipa. Introduce así con este retruécano la reflexión meta-artística, es decir, el arte que se piensa y se referencia a sí mismo. Con este artilugio deja en evidencia la facilidad con que la percepción y el lenguaje, aceptan como verdadera una mentira realizando un traslado desde el significado al objeto significante, desde la realidad a la representación de dicha realidad.

Esto no es un asunto baladí, lo que podría parecer como el comienzo de la deriva hacia la excentricidad y aridez conceptual de buena parte del arte contemporáneo, es al contrario, un fenómeno con el cual lidiamos inconscientemente a diario, es de hecho, uno de los pilares sobre los que se sostiene la sociedad de la imagen; las implicaciones que esto tiene trascienden desde el ámbito común de la política y hasta la intimidad de nuestra psique. Conjuntamente, otro de los fundamentos que definen nuestra sociedad es la saturación icónica, la superproducción visual facilitada por el avance tecnológico de reproducción. Coetáneo de Magritte, el crítico cultural marxista Walter Benjamin lo señalaba en 1936 en su conocido ensayo “La obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica”, en él advertía que el objeto artístico iba a perder su estatus de reverencia casi mística, basada en su originalidad y unicidad, frente a la de la copia industrial, que retendría dicho aura no ya en el objeto, pues sería otra vulgar copia, si no en el concepto representado. Para ilustrar esto comparemos por ejemplo a la Gioconda -la original pintada por Leonardo-, con las serigrafías seriadas que Andy Warhol hizo a partir de una fotografía de prensa de Marilyn Monroe.

Eduardo D`Acosta (Gerena, Sevilla, 1975) aborda esta meditación estética sobre la naturaleza de la imagen en su más reciente trabajo ‘Idea, copia y reproducción’ (2015), expuesto en la galería Birimbao. Para ello se sumerge en el mundo de las gliptotecas, las colecciones de esculturas clásicas y las exposiciones de venta al público de facsímiles de obras famosas, el mismo aura al que aludía Benjamin. Criterios estéticos y decorativos aparte, cuando en la antigua Roma un patricio encargaba un doble en mármol del original griego de bronce, le interesaba tanto o más que la pieza, el prestigio social asociado a la refinada cultura helénica. Cuando en la Europa del renacimiento se desenterraba una copia romana en algún yacimiento arqueológico, esta se volvía a replicar de nuevo, el humanismo se veía como continuador del brillante legado de la antigüedad, tomaba sus símbolos y los hacía suyos; así hasta nuestros días, en los que no es extraño encontrar al David de Miguel Ángel decorando la piscina en algún casino de Las Vegas, o una Piedad de yeso barato quintuplicada en un polvero de Dos Hermanas.

Pero ni la técnica ni la mano del artesano son infalibles, es imposible lograr una versión exactamente idéntica a otra. Siempre existe una cierta variación, desde una pequeña mella del instrumental, una veta diferente del mineral madre que provea de otras calidades, hasta la impericia de un estudiante que deforme inadvertidamente las proporciones de las partes o una partida miniaturizada como souvenir a la entrada del museo, por no hablar del caso extremo en que la pieza sea modificada “creativamente”, se la sitúe en un lugar insólito o se le dé un uso especial. Todas ellas son mutaciones que desde la primera pieza original van sumándose unas a las anteriores, como en aquel juego de niños en el que se cuentan una frase secreta al oido, uno a otro hasta el último, en una cadena que termina cómicamente en una parodia de la frase original. A pesar de ello pasaremos por encima de esta –a veces incómoda- realidad y regresaremos al símbolo connotado, no sin antes reconstruir inadvertidamente las partes que le falten para ser el original.

Eduardo D´Acosta no ha traído a la sala ninguna de estas piezas, ni siquiera un pequeño figurín, su medio y pasión es la fotografía y con ella se basta para contar lo que le interesa, la relación y la problemática entre la imagen y la realidad. En ‘Apariencias’ (2009) reflexiona sobre las características de la percepción y el plano pictórico, en ‘Vallas’ (2012) se sirve como excusa de las vallas publicitarias abandonadas para hablar de su naturaleza objetual y el estatus de disyuntiva entre verdad y mentira que tiene la imagen. En ‘Idea, copia y reproducción’ (2015) el juego de palabras llega a otro nivel, piensen que estamos ante una copia fotográfica, que a su vez es copia de copia hasta un momento indeterminado. Así, realiza un símil entre reproducción en escultura y fotografía, ambas reflejan al objeto al tiempo que lo deforman, una fotografía de una estatua deviene simplemente en fotografía.

La desfiguración a la que todo el proceso de generación de contenido cultural somete al mensaje, apropiándoselo, descontextualizándolo, trasladando su aura abocada en idolatría a terceros, es metafóricamente asemejable a una casa de espejos deformantes, donde cada uno refleja al otro ad infinitum y no sabemos dónde estamos. En estos tiempos de convulsión internacional basta con entrar en las redes sociales, para encontrar cualquier imagen o noticia que arguye ser algo que puede ser, o no ser –como la pipa de Magritte-, y que pretende modificar nuestra conducta y nuestra opinión. En un tiempo en el que lo icónico lo inunda todo hasta el punto de anestesiarnos estéticamente, se impone la necesidad de ser críticos y profundizar en lo que vemos.

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PRESENTE CONTINUO - Sevilla (España) - 2015 - ISSN 2444-5231
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